Chile siguió con máxima atención los reportes provenientes del Pacífico luego del fuerte terremoto de magnitud 7.6 que sacudió la costa este de Honshu, Japón, en horas de la noche. Si bien en el país asiático se emitió una alerta de tsunami por posibles olas de hasta tres metros, la preocupación por un riesgo transoceánico en el cono sur se disipó rápidamente tras el análisis de rigor.

El análisis técnico que trajo tranquilidad

Luego de varias horas de análisis riguroso, el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) de Chile emitió un comunicado oficial confirmando que no existe riesgo de tsunami para el país. El organismo, en coordinación con el Pacific Tsunami Warning Center (PTWC), determinó que el movimiento telúrico, registrado a 53.1 kilómetros de profundidad según el USGS, “no reúne las condiciones necesarias para generar un tsunami en las costas chilenas”.

La magnitud del sismo, reportada también por el Centro de Redes Sismológicas de China (CENC), obligó a las autoridades chilenas a extender el proceso de modelación y revisión técnica. Este protocolo es fundamental para Chile, un país altamente sísmico, a fin de descartar cualquier impacto de movimientos telúricos potentes en el Océano Pacífico.

El SHOA había señalado más temprano que el proceso de modelación estaba en curso y que cualquier posible riesgo sería informado una vez completado el análisis, manteniendo la calma mientras se desarrollaba la evaluación.

Mientras tanto, la advertencia de tsunami se mantiene activa para las áreas ubicadas dentro de un radio de hasta 1.000 kilómetros del epicentro en Japón, donde las autoridades locales se encuentran evaluando los eventuales daños provocados por el fuerte temblor.

Los avisos de alerta iniciales se concentraron en las zonas geográficamente más cercanas al evento principal. Con la confirmación de la Armada, las extensas costas del Pacífico Sur pueden respirar aliviadas, ya que no se espera ninguna variación significativa en el nivel del mar.