Mariana Castro pertenece a la Fuerza Aérea y está a punto de cumplir su misión, como encargada de cocina: "Los lazos familiares llaman, es hora del regreso".
La mendocina Mariana Castro tiene 44 años y está cumpliendo uno de sus grandes sueños: desde noviembre de 2019 vive en la Antártida, trabajando como encargada de cocina en Base Marambio. Mariana pertenece a la Fuerza Aérea y fue seleccionada el año pasado para la misión que culmina en unas semanas.
“Fue una satisfacción muy grande, son muchos pasos. Es una experiencia muy gratificante para mí. Cumplo el rol de cocinera acá. Me encargo, junto con un compañero, de preparar la comida para todo el personal de la Base”, contó en Aurora 91.3.
“En el mes de enero llegamos a cocinar para 170 personas. En este momento el personal de la base es de 56 personas. Las comidas son ricas en proteínas. Hay una tradición, los sábados se hace pizza a la noche”, relató en Primera mañana sobre su rol en la base.
También hizo referencia a la particular situación de pandemia, de la que ellos han permanecido aislados: “No hemos tenido contacto con el covid, se cortaron todos los puertos aéreos con el continente. Ahora que vamos para allá tenemos mucha incertidumbre. Se hicieron abastecimientos pero no se tomó contacto con el personal que venía en las tripulaciones”.
Pablo Díaz, Jefe base Vicecomodoro, explicó que “disfrutan” de una temperatura de casi 5° y muy poquito viento, con una sensación térmica de 1°: “En verano el año pasado tuvimos una temperatura de casi 16°, mientras que en agosto la sensación térmica más baja registrada fue de casi -56°”.
“La ropa que se nos da está preparada para soportar estas temperaturas, el frío uno no lo siente tanto. Sí es un cambio bastante importante el tema de la luz del día. Ahora amanece a las 2 y media de la mañana, y recién anochece cerca de las ocho de la noche, con lo cual casi todo el día es de día. Y en el invierno es al revés, amanece a las 10 de la mañana y a las tres de la tarde es de noche. Pero uno se termina adaptando”, indicó Díaz.
Leé más: El dólar blue no tiene piso: bajó a $157
“Es una decisión consensuada que se tiene que trabajar mucho en familia, a veces los hijos no lo entienden. Es un año de esfuerzo familiar. Acá uno va desarrollando vínculos con los compañeros de trabajo, comparte muchas horas de trabajo y también va compartiendo la convivencia”, sostuvo y agregó: “El tiempo se pasa volando y uno a pesar de extrañar a los familiares también disfruta muchísimo la amistad con el resto de los compañeros”.
También detalló: “Los horarios de trabajo dependen de si es invierno o verano. En verano la carga horaria siempre se incrementa porque se desarrollan muchas más actividades en esa época. Cada uno es especialista en un área y hay que mantener el funcionamiento de esta pequeña ciudad. Generamos la energía, juntamos el agua y la potabilizamos, hacemos la recolección y el tratamiento de los residuos, se hace el mantenimiento de las instalaciones”.
A poco de culminar la misión, la mendocina Mariana Castro analizó: “Me llevo sobre todo el factor humano. Es un año en el que uno aprende a resignar la familia, pero te llevás un montón de experiencias nuevas. Sabemos que la misión está cumplida, estamos a un paso de concretarla y ya los lazos familiares llaman, es hora del regreso”.
Escuchá la nota de Primera mañana: