Godoy Cruz Antonio Tomba celebra su centenario. Una historia plagada de hitos y logros. Cien años de los cuales, los últimos últimos trece han transcurrido ininterrumpidamente en la primera categoría de AFA.
Por Cristian Molina
Festejar los cien años no es para cualquiera. Significa que hay una historia larga detrás. Pero si se festejan en primera, quiere decir que hay una historia fructífera. Godoy Cruz Antonio Tomba está celebrando su centenario y lo hace en la máxima categoría del fútbol. Entonces, cien veces salud.
La tentación de tirar sobre la mesa el listado de los nombres importantes que poblaron las páginas del club puede provocar el olvido o la ausencia de quienes no quedaron en la memoria total y dejaron su vida por los colores.
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Enumerar títulos y logros es fácil pero no refleja fielmente el esfuerzo de quienes vistieron la camiseta en tardes sin triunfos o pasaron por el césped del Feliciano Gambarte una temporada sin campeonatos.
Rememorar las epopeyas es casi una obligación pero dejaría en el silencio las glorias cotidianas: un gol en un clásico, una atajada en un duelo por el descenso o un triunfo en tierra ajena.
La historia que se inició el 1 de junio de 1921 como Sportivo Godoy Cruz en la vieja canchita de Castelli Las Heras, continuó con la fusión en 1930 con el club de la Bodega Antonio Tomba, seguiría con los primeros títulos de la Liga Mendocina, luego se trasladaría al nuevo estadio Feliciano Gambarte. La línea de tiempo recuerda la participación en la Copa Argentina de 1969 y en el Nacional de 1974, hasta llegar a la generación del 80, la que alcanzaría los títulos de 1989 y 1990 para llegar a la historia grande, la que se escribe con mayúsculas: en 1994, los Héroes del Barro que lograron el ascenso al Nacional B en Misiones. Estaría por 12 años en la segunda categoría hasta alcanzar el sueño máximo: ascender a la Primera División del Fútbol Argentino. Sueño que parecía durar solo un año, pero que luego de un descenso volvería a cristalizarse hasta el día de hoy. Y cuando creían que se tocaba el cielo con las manos, animarse a soñar le permitió descubrir que había nuevos horizontes y el Tomba los alcanzó: jugó Copa Libertadores y Sudamericana.
Por eso, cuesta reducir cien años a una lista de nombres, algunos salen solos, así desordenados, con más pasión que rigor histórico: Daniel Oldrá, Chalo Pedone, Santiago Morro García, Alejandro Abaurre, Negro Godoy, Sandro De Luca, Antonio Ciriaco Zapata, Rafael Iglesias, Gregorio Garín, Humberto Lentz, etc.
Cuesta resumir millones de anécdotas y páginas gloriosas en unas líneas conmemorativas porque quizás valen tanto las atajadas del Buby Manchado para lograr el ascenso en Posadas como las de Sebastián Torrico para mantener la categoría en San Juan. Valen tanto los goles de Tito Ramírez como los de Osvaldo Camargo. Valen tanto los quites de Rubén Almeida como los de Carlos Sánchez. Valen tanto los firuletes de Enzo Pérez como los del Ruso Marcucci.
Cuesta condensar en pocos párrafos la pasión que despiertan sus colores. Es como querer atrapar el viento en un frasco o juntar el agua del mar con las manos. Porque no sirve de nada querer explicar que la pasión es la misma cuando alentaron hasta quedar mudos en el Allianz Parque de Sao Paulo contra el Palmeiras como cuando cantaban todo el camino de la plaza departamental hasta Lavalle en los bondis que conseguía el Loco Julio para jugar contra el Cicles.
Solo cambiaron los tiempos. Las viejas fotos en blanco y negro que pueblan los antiguos diarios de papel fueron reemplazadas por las imágenes en color de las hazañas recientes que pueden verse en cualquier dispositivo.
Son cien años de historia que se siguen escribiendo. Porque la esencia no cambia. Aquellos soñadores que fundaron un club de barrio en 1921, tenían las mismas aspiraciones que los miles de hinchas que hoy están brindando: ser un club de barrio que se anime a soñar en grande.
Así comienzan todas las aventuras, cuando alguien se anima a soñar. Por eso, cuando el hincha, el socio, el dirigente, el jugador de Godoy Cruz Antonio Tomba levante la copa este 1 de junio, no estará brindando solo por los gloriosos cien años que está celebrando sino que alzará su copa por los aún más gloriosos cien años que están por venir.
Por eso, cien veces ¡Salud!