El dólar blue se fue por las nubes, el miércoles terminó rozando los $500 y esta fiebre de la divisa paralela impactó de lleno no sólo en el mercado bursátil, sino en la economía diaria, en los precios de los alimentos y en el humor de los mendocinos cansados de la inflación.

Ante la disparada de la divisa norteamericana, los consumidores corrieron a los supermercados a stoquearse para ganarle a la inflación. 

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En un contexto de tanta inestabilidad económica, el empresario Rubén David, sostuvo que "el cliente está enojado, nervioso, y otros resignados. Algunos nos preguntan qué pueden hacer, a cuanto vender, si va a haber mercadería después" 

Como uno de los referentes del sector privado de Mendoza, David recalcó que "ha llegado el momento en tomar decisiones en serio, porque todos los meses cae gente en la pobreza".

Además, afirmó que existe una incertidumbre en el mercado de tal magnitud que lleva a que algunas empresas se aprovechen de la situación para aumentar desmedidamente o que otras se fundan por quedarse atrás con los precios. 

"La incertidumbre es lo peor que existe, porque le da el lugar al abuso o te fundís. Si vendes al costo te quedas sin empresa, y si la vendes de más la gente no puede comprar", explicó. 

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También desmitificó el típico comentario de que los empresarios se guardan la mercadería y no la venden, y redobló la apuesta: "No hay una superganancia que te permita estar un mes sin vender, el 95% de los empresarios vivimos de comprar y vender". 

En tanto, contó la situación personal que vive con su panadería, en la cual tiene 120 empleados y familias que dependen de ese empleo, pero que "desde hace tres años estamos en pérdidas". "Cuando sacamos los costos nuevos ya las cosas aumentaron y no te alcanza para reponer. Nos cuesta pagar sueldos", argumentó. 

Finalmente, explicó que la marea de chilenos que vienen a comprar a la provincia le deja "un sabor agridulce" sobre la realidad del país. 

"Está bueno que vengan desde el exterior a dejar plata acá, pero el sabor amargo es que lo que ellos se llevan es lo que nosotros no consumimos, los lujos. Es como si nosotros no pudiéramos comprar más pasta de dientes y nos vamos a un país vecino a comprarlo, porque su salario en dólares es mucho más bajo", culminó. 

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