Un 14 de marzo de 1952, Francis Ford Coppola estrenaba su obra más emblemática, creando un clásico de la historia del cine.
Hace exactamente 50 años se estrenaba en los cines de Estados Unidos lo que se convertiría en un hito de la historia de las películas: El Padrino, de Francis Ford Coppola.
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Las filas de espectadores eran descomunales bajo una intensa lluvia, algo que, para aquellos comunicadores televisivos del momento, "parecía un funeral italiano" por la cantidad de cuadras de paraguas negros esperando a entrar a las salas de cine, dando un guiño sobre la trama que abrazaba la película.
La película llegó a las salas de cine con un Francis Ford Coppola con una carrera en las sombras, sin ser percatado -hasta ese momento- como uno de los grandes directores de la historia. Se inspiró en el libro de Mario Puzo para plasmar la historia de la familia Corleone.
El filme cimentó el estrellato de figuras que fueron importantes en la década: Al Pacino, Robert de Niro, James Caan, Diane Keaton, Robert Duvall, John Cazale, Talia Shire, Morgana King.
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El tono de la película, que algunos críticos de entonces calificaron de "grandilocuente" u "operístico" ,buscó trasladar a la pantalla el espíritu de la gran ópera italiana, llena de excesos, crímenes violentos, pasiones y fidelidades desenfrenadas.
Sin embargo, lo que se llevó la admiración de todo el público fue el regreso al estrellato de Marlon Brando, luego de un bajo perfil en películas menores para enfocarse en sus matrimonios con la actriz bengalí-británica Anna Kashfi, con la mexicana Movita Castaneda y luego con Tarita Teriipaia, a la que conoció en la Polinesia cuando fue a filmar “Motín a bordo” (1962).
En “El padrino”, pese a un maquillaje que le agregaba años, Brando volvió a demostrar que era uno de los grandes, inventó una forma de hablar que era la síntesis del inglés con entonaciones itálicas que había escuchado desde pequeño, cuando solía imitar a las personas que le llamaban la atención.
Personificando a Vito Corleone, jefe de una familia mafiosa en la Nueva York de la primera mitad del Siglo XX, era un hombre afable y contenedor bajo su propio techo que sacaba a relucir sus mecanismos de muerte y destrucción en la selva de asfalto.
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La décadas pasadas están fotografiadas por Gordon Willis a través de una textura apastelada, en la que los colores suelen ser invadidos por el sepia y que aportaba ciertos filtros nebulosos, como si todo estuviera filmado desde la memoria.
La preparación de la película no fue fácil: las “familias” italianas que sí tenían algún contacto con las organizaciones ilegales no estaban de acuerdo con que se hablara de ellas, por lo que hubo amenazas telefónicas a los productores, a Puzo y Coppola y hasta se habló de tiroteos misteriosos durante la noche frente a las oficinas de Gulf & Western, filial de la compañía Paramount.
Francis Ford Coppola, junto a Marlon Brando, en la grabación de El Padrino I.
Fue por eso que Joseph Colombo, el poderoso capo de una las cinco familias que controlaban la ciudad de Nueva York, creó la “Liga de Derechos Civiles de los Italoamericanos” para “protestar contra la persecución de los italianos y el estigma de los estereotipos mafiosos”.
“El padrino” creó un género y tuvo innumerables repercusiones: hubo imitaciones parodias y hasta la serie televisiva, “Los Soprano” (1999–2007) que invirtió inteligencia, humor y sagacidad rodeando aquella historia fundante.