El divorcio de Bill y Melinda Gates, luego de 27 años de matrimonio, no se trató de algo repentino. Venía madurando al menos desde hace dos años, cuando la mujer comenzó a hablar con algunos abogados especializados en octubre de 2019.

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Detrás de las razones que la ahora exesposa de Bill Gates podía esbozar, el Wall Street Journal consideró que los numerosos encuentros de su marido con Jeffrey Epstein, difunto financista que había sido arrestado por tráfico sexual de menores, tuvieron que ver.

En reiteradas ocasiones, Melinda Gates le había avisado a su esposo que no quería tener relación alguna con la controvertida figura de Epstein, que le había causado disgusto cuando lo conoció en su casa de Manhattan, en 2013.

Comprometida con la promoción de los derechos de las mujeres, Melinda Gates había salido furiosa de aquella visita en la residencia del financista y advertido a su marido, que en cambio continuó viéndolo.

Bill Gates incluso aceptó un viaje en "Lolita", su avión privado, usado para llevar a las menores a sus lujosas mansiones. Poco después, comenzaron los primeros llamados de la mujer a sus abogados tras hacerse públicos los encuentros entre ambos magnates.

La pareja procedió a negociar la separación en los meses sucesivos, mientras perduraba la pandemia, desertando el foro económico de Davos poco antes de que Bill renunciara al directorio de Microsoft y Berkshire Hathaway.

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En su defensa, Gates sostuvo haberse encontrado con Epstein para discutir solo sobre filantropía. Ello no fue suficiente para detener a Melinda, quien aceptó dividir equitativamente los activos de una fortuna que se estima en más de USD 130.000 millones.

Entre las condiciones del acuerdo, ambos precisaron que seguirán siendo copresidentes de su fundación de beneficencia. Está por verse todavía si continuarán o no compartiendo prioridades y filosofía organizativa.