Las vueltas de la vida conmueven. La cadena de favores y un reconocimiento a esta luchadora que viajó 410 kilómetros a pie con su esposo en la búqueda de un futuro.
*Por Cecilia Corradetti
Dicen que la honestidad suele llevar a lugares a los que uno nunca podría haber soñado y es lo más fácil que puede practicarse para ser feliz y leal con uno mismo.
Un episodio reciente pintó de cuerpo entero los valores y principios de Mabel Avellaneda (39), vendedora ambulante de café y tortitas en un humilde puesto situado en la ruta 7 km 866 de Desaguadero, en Mendoza. Allí suelen acudir muchísimos camioneros a desayunar o merendar.
Lo cierto es que, días atrás, Mabel encontró a la vera de la Ruta 7 una abultada billetera que contenía dinero y documentación. Eran exactamente 30 mil pesos.
“Conté peso por peso y miré con detenimiento la foto del DNI para saber si conocía al dueño. Pero no, nunca lo había visto”, relató la mujer, en diálogo con ADN País.
Tempranísimo en la mañana, Mabel, a quien muchos conocen como “Peti”, comenzó a caminar hacia algunos camiones estacionados. Tanto caminó que llegó a un destinatario igual al de la foto, molesto y preocupado: “Se me perdió la billetera”, señalaba a viva voz. Mabel le dijo que ella la tenía, se la entregó de inmediato y el conductor tuvo una actitud inesperada.
“No me dio propina, pero se arrodilló y empezó a orar frente a mí”, recuerda “Peti”, quien no sabía si tomárselo en serio o en broma.
Leé más: Hoy llega la Virreina Nacional de la Vendimia a Tupungato
Pero lo más curioso sucedió dos semanas después, cuando Mabel recibió un llamado desconocido a su teléfono. Le pareció raro. Era muy temprano.
“Se trataba de un chofer, amigo del camionero al que le entregué la billetera, que me pedía que le preparara nada menos que 150 sandwiches y cafés. Le había recomendado que si tenía que comprar, me comprara a mí…”, relató la mujer, agradecida y emocionada.
Y remató: “Fue una venta de 90 mil pesos en apenas un ratito. Nunca había vendido tanto y jamás había visto tanto dinero junto”.
Pero no es la única historia de sacrificio que define de cuerpo entero a esta santiagueña de la localidad de Loreto y de familia muy humilde. Su relato sobre cómo llegó a Desaguadero, 20 años atrás, también está signado por el esfuerzo. Una historia “tragicómica”, como suele decirse.
El puesto de sándwichs de Mabel, "La Peti" millonaria en dignidad.
Una santiagueña que llegó a Mendoza por amor
Fue cuando conoció a Pablo, un mendocino que solía hacer temporadas de cosecha en algunas provincias y así llegó a Santiago del Estero. Se cruzó con Mabel y poco tiempo después decidieron buscar nuevamente en Mendoza horizontes de progreso.
Partieron desde Loreto hasta la ciudad de Córdoba en micro y allí se quedaron sin dinero. De modo que el trayecto hasta Villa Mercedes, en San Luis, a 410 kilómetros, fue a pie.
“Sí, a pie, así como lo cuento. Empezamos a caminar porque no nos quedaba más remedio. Hacíamos dedo y nadie nos levantaba. Las noches eran interminables porque había bichos y me daba miedo. Nos levantábamos al alba y continuábamos. Nadie paró para llevarnos”, evocó.
Prácticamente sin comer y tras una semana de caminata, Mabel y Pablo llegaron a Villa Mercedes. Aún faltaba otro tramo.
Leé más:La Paz recibirá este jueves a Ana Laura Verde, reina nacional de la Vendimia con una enorme caravana
“Encontramos un conductor de un camión jaula que transportaba vacas y que en ese momento estaba vacío. Nos permitió viajar atrás y así, por fin, llegamos a Desaguadero. Una vecina, a quien le debo la vida, nos dio un lugar en su casa y allí estuvimos un tiempo alquilando una piecita”, rememoró.
Apenas comenzaron con su emprendimiento de sándwiches y café, pudieron mudarse a un lugar mejor. Poco después, nació Paola, su única hija, hoy de 16 años. Paola estudia y algunos fines de semana colabora con sus padres.
“Mendoza me dio todo y nunca me arrepentí del sacrificio y el esfuerzo que fue llegar hasta acá. Pudimos construir nuestra propia casa y somos gente de trabajo, nos levantamos a las 5 de la mañana a hornear y mi esposo parte al puesto aún de noche mientras yo saco las tortitas calentitas”, relató.
Hoy, Mabel y Pablo tienen su propia clientela que jamás les falla y el puesto humilde donde venden sus productos les permite vivir y criar a su hija. Eso sí, siempre con la convicción de que el trabajo honesto, más aún en estos tiempos, es sinónimo de dignidad.
Quienes deseen conocer a Mabel, pueden encontrarla en la ruta 7 km 866. Su contacto es 2613 33-5422.