*Por Cecilia Corradetti

La fotografía ya amarillenta de Melody Moro y Nicolás Rocha en la puerta del Jardín de Infantes de la Escuela Manuel Belgrano, en Ciudad, resulta enternecedora. Corría 1985 y ambos, que ingresaban a la primera salita, tenían 4 años. La imagen los toma con sus manitos sujetadas y la mirada clavada en la cámara. 

 “Nico”, de impecable guardapolvo, jean con botamanga y abundante cabello, mira con rostro serio. “Melo”, hermosa, con sus zapatitos lustrados, flequillo derecho y canastita de mimbre.

 Y como el amor no tiene explicación ni edad, Nicolás, que era un “gurrumín”, se había enamorado perdidamente. Y así continuó un largo tiempo. Todo el tiempo que recuerda, en realidad.

   Ambos compartían en la infancia muchos momentos juntos. Sus mamás eran amigas y sus hermanos mayores también iban juntos a la escuela. Pasaban tiempo jugando y todo el mundo los cargaba. A Nicolás le daba vergüenza.

 Tras finalizar la primaria y coincidir en el viaje de egresados, fueron tomando rumbos distintos. “Pero nunca la olvidé”, reitera él, músico y diseñador gráfico. Lo aclara a los cuatro vientos.

   El tiempo siguió su curso y cada uno hizo su vida. Melody es mamá de Sabina, de 12 años y Nicolás, papá de Tomás, de 18.

   El año 2019 resultó clave: Nicolás comenzó a acercarse nuevamente cuando el hermano de ella, el periodista Sebastián Moro, murió durante la cobertura del golpe militar de Bolivia, un tema que tomó estado público y generó gran conmoción en su momento. Toda la familia vivía momentos muy duros y Nicolás estuvo ahí, firme.

   “Y así fue que nos reencontramos para siempre”, advierte, para anunciar que el 4 de noviembre próximo pasarán por el registro civil a formalizar la relación que lleva 3 felices años.

   “Hoy miro para atrás y no puedo creerlo, es un sueño cumplido. Todavía recuerdo cuando nuestras mamás, que ambas estaban en el proceso de divorcio, se habían hecho amigas. Ellas nunca dejaron de verse. Las cargadas me daban vergüenza, como a todo niño, pero eran ciertas. Yo la amé siempre” confiesa él.

   En septiembre cumplen un nuevo aniversario de esta nueva etapa juntos. Aunque, en realidad, juntos estuvieron siempre, agrega.

   “Es la coronación de una hermosa historia junto a mi amiga de la infancia que hoy es mi mujer”, concluye.    

La historia de amor de Melo y Nico, que se enamoraron en la infancia, siguieron con sus vidas y volvieron a unirse. 

“Se puede creer en el amor”

   Melody exhibe con una sonrisa el hermoso collage que una artista porteña elaboró para la pareja utilizando distintos materiales y en la que ambos están de la mano con sus guardapolvos, en el jardín de infantes. 

   “Pablo y Sebi, nuestros hermanos, iban juntos a la escuela, nuestras madres eran amigas… hemos compartido muchos momentos y la infancia siempre nos encontró unidos”, señala.

   “Desde siempre nos pusieron muchas ´fichas’, nos ´gastaban’, armaban canciones con nuestros nombres. Había amor, amor de niños. Conservo un cassette declarándome su amor a los 11 años”, relata ella. 

  Evoca que siempre se ponían nerviosos porque “el amor se intuía en el aire”. Claro que después crecieron cada cual por su lado.

 “Ojo, alguna vez nos hemos encontrado, incluso solos”, advierte “Melo”, como le dicen.

 La pérdida enorme y dolorosa de su hermano Sebastián fue un antes y un después en su vida. “Nico se acercó respetuosamente y me dijo que iba a acompañarme. Fue un sol en medio de la tormenta. Un compañero que valoro mucho, hermoso, generoso, artista como yo y con condiciones humana inigualables”, señala la futura esposa, que vive en Corralitos. 

   “Celebro este amor y hoy puedo asegurar que se puede creer, que existe…”, asegura.