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Mendoza refuerza la conservación en la Reserva de Biósfera Ñacuñán con una nueva campaña sanitaria de control poblacional y vacunación

Más de cuarenta animales domésticos fueron atendidos en un operativo conjunto bajo el enfoque "Una Salud", fundamental para proteger la biodiversidad y prevenir enfermedades en fauna nativa.


Viernes, 5 de Diciembre de 2025

La Reserva de Biósfera Ñacuñán volvió a ser escenario de una campaña sanitaria interinstitucional destinada a reducir riesgos para la fauna silvestre y mejorar la salud de los animales domésticos que habitan en la zona. El operativo se desarrolló bajo el enfoque Una Salud, a través del trabajo coordinado entre el Gobierno de Mendoza, el Conicet (Iadiza), el Municipio de Santa Rosa y la Universidad Maza, con el apoyo de organizaciones dedicadas a la conservación de felinos silvestres como Geoffroy's Cat Working Group, Small Wild Cat Conservation Foundation y Big Cat Rescue.

En esta oportunidad se revisaron más de 40 animales -entre perros y gatos-, que fueron principalmente vacunados y desparasitados. Estas intervenciones son parte esencial de las acciones destinadas a minimizar la transmisión de enfermedades como moquillo, parvovirus, leucemia e inmunodeficiencia felina o parasitosis a especies nativas como el gato montés, el gato del pajonal, el puma y el zorro gris.

"En una reserva, la protección de la fauna silvestre es una prioridad absoluta. Perros, y especialmente, gatos domésticos que deambulan libremente, representan una amenaza directa para la fauna nativa porque cazan aves, reptiles y pequeños mamíferos", explicó el director de Biodiversidad y Ecoparque, Ignacio Haudet. "Por eso este tipo de campañas no son solo un servicio a la comunidad, sino acciones concretas de conservación", agregó.

Desde 2022, el equipo de trabajo interinstitucional sostiene un cronograma de operativos que incluye vacunación, desparasitación y campañas de castración. Esta última es considerada la herramienta más efectiva y ética para el control poblacional y la prevención de riesgos, ya que permite reducir el número de animales sin hogar, minimizar la reproducción no deseada y prevenir enfermedades graves como cáncer de mama, útero o testículos.

"Actuar a tiempo es urgente en zonas como Ñacuñán. Una sola perra puede tener hasta 16 cachorros al año, y una gata, hasta 18. Si no intervenimos, la población crece de manera exponencial y el impacto ambiental se multiplica", destacó Haudet. "Cada día que pasa sin control poblacional puede significar más aves o mamíferos nativos cazados. Por eso insistimos en que la castración y la vacunación son medidas imprescindibles para proteger la biodiversidad", explicó.

Además del impacto ecológico, estas campañas mejoran la calidad de vida de los animales domésticos y reducen riesgos para las familias de la zona, como mordeduras, accidentes o propagación de enfermedades zoonóticas. La esterilización temprana también facilita una recuperación rápida y segura, especialmente en animales jóvenes.

En el contexto de la Reserva de Biósfera Ñacuñán -y de todas las áreas naturales protegidas-, la tenencia responsable adquiere dimensión de política ambiental. "Cuando hablamos de castrar, vacunar o desparasitar, hablamos de cuidar el equilibrio de ecosistemas frágiles. Es una responsabilidad compartida entre el Estado y la comunidad", concluyó Haudet.