Mendoza, de de
Mendoza, de de
Jorge Bergoglio era fanático de San Lorenzo y lo demostraba en cada acto en el que aparecía.
Este lunes 21 de abril, a las 7:35 de la mañana, falleció el Papa Francisco a los 88 años en su residencia de la Casa de Santa Marta. La noticia fue confirmada por el cardenal Kevin Joseph Farrel, camarlengo de la Iglesia, a través de un video mensaje. Con su partida, se despide un líder espiritual profundamente humano, marcado por su cercanía a la gente, su sencillez y una firme defensa de los más vulnerables. Pero también se va el pontífice más apasionado por el fútbol que ha ocupado el trono de San Pedro gracias a su amado San Lorenzo.
Aunque algunos recuerdan que Juan Pablo II también compartía la pasión por el balón -llegó a atajar como arquero en el MKS Cracovia, el club de su ciudad natal-, en el caso de Francisco, su afición fue siempre evidente. Desde niño, fue un ferviente hincha de San Lorenzo de Almagro, equipo al que siguió con amor incondicional incluso desde el Vaticano.
Francisco fue mucho más que un simpatizante de San Lorenzo: fue el socio número 88.235 del club, y su nombre quedó grabado en la historia azulgrana. En 2012, poco antes de ser elegido Papa, el equipo luchaba por evitar el descenso, salvado en el último tramo por Ricardo Caruso Lombardi. Pero apenas unos meses después de la elección de Bergoglio como sumo pontífice, el llamado "efecto Francisco" pareció revitalizar al club: San Lorenzo se consagró campeón del torneo local, levantó una copa y atrajo una avalancha de nuevos socios, muchos de ellos desde rincones inesperados del mundo. Entre ellos, incluso, la estrella del tenis Novak Djokovic.
El Papa Francisco no solo dejó una huella profunda en la Iglesia Católica, sino también en el corazón de millones que lo sintieron cercano, auténtico y, como buen argentino, futbolero hasta el final.
