Si bien es un movimiento a nivel mundial que causa polémica, se trata de luchas colectivas por la inclusión. Un especialista en lenguaje, doctor en lenguas e investigador del CONICET explicó su origen y si es o no obligatorio usarlo.
En los últimos años, los movimientos culturales que luchan por la inclusión, sobre todo en diversidad e identidad de género, instalaron la discusión de la necesidad del lenguaje inclusivo. El reemplazo de la indicación de géneros (binarios) por la x-e o el @, ha despertado voces a favor y en contra, a lo largo y a lo ancho del mundo.
Juan Eduardo Bonnin, lingüista, docente y analista discursivo e investigador del CONICET, reflexionó en Aurora 91.3 acerca de diferentes cuestiones que atraviesan el uso del lenguaje inclusivo y porqué la Real Academia Española es siempre motivo de consulta y voz autorizada en el tema. Para introducirnos al tema Bonnin explicó que: “Hay distintos tipos de lingüística: por un lado tenes la prescriptiva, que es la que hace la RAE, que es la que nos indica cómo deberíamos hablar; y esta la descriptiva o sociolingüística, que es a la que me dedico, que considera que no “debería” hablarse de ninguna forma distinta a la que los hablantes lo hacen, y estudia de qué manera se usa la lengua efectivamente. Y desde esa mirada el estudio no se basa en la censura ni en el cuestionamiento, si no de los porqués.”
Haciendo un poco de historia, el lingüista comentó que La RAE se funda en el siglo XVII y depende de la Corona española. En el siglo XX hubo un fuerte de hispanización en donde se empieza a ver al modelo español como un sistema culto y de elite, y España aprovecha esa situación para convertirse en esa entidad. Sin embargo, es una institución española, siendo una autoridad extranjera la que nos indica el cómo debemos hablar.
Según explica el docente, el lenguaje inclusivo es un fenómeno global que está en todas las lenguas conocido por genderlesslanguage o lenguaje sin marcas de género, en su traducción al español. Su surgimiento se debe a partir de la revisión histórica que realizan movimientos feministas al no estar incluidas en la lingüística, y reducir lo genérico al masculino, y podemos llevarlo al ejemplo que elijamos encontrando así la lógica que se presentaba. “Esta demanda no es solo de visibilización de las mujeres, sino que hay pruebas que indican que el género gramatical influye en nuestra manera de ver el mundo, entonces consideramos definitivamente que lo masculino es la norma y la mujer debe adecuarse. Pero surgen otras luchas, de personas que no se establecen ni en uno ni en otro y cambia la gramática normativa.”
La norma lingüística para los hablantes, o las personas que utilizamos una lengua es algo que se nos es otorgado desde el nacimiento, es decir que forma parte de nuestra identidad, y frente a esto, el doctor en lenguas menciona que es comprensible que alguien se sienta violentado de alguna manera cuando se cambian las normas del uso de ella. En esta situación se conjuga el cambio de lo ya conocido y establecido, con el cambio de las normativas de género que antes nos parecían únicas. Sin embargo, dando por hecho que la discriminación es un acto del pasado y lo inclusivo no responde únicamente al uso del lenguaje inclusivo, el doctor explica que: “Siempre nos preguntan si se va a extender o si es una moda, pero la realidad es que ningún cambio lingüístico se extiende a toda la población. Hay cambios, hay posiciones e incluso hay cambios de sectores más conservadores y se mantienen en un solo ámbito. No tiene la obligación de instalarse en la generalidad de la comunidad. En ciertos sectores, en ciertas edades, este uso del lenguaje no binario quedará y en otros no.”
Si nos vamos a lo estrictamente gramatical, Juan Eduardo Bonnin menciona que no cree que se vaya a establecer un tercer genero gramatical no binario, pero si en las funciones de vocativo, cuando nos dirigimos a un grupo de personas, se va a establecer al menos, por un tiempo más.
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