El retiro de Luis Scola de la Selección Argentina marcó el adiós de un deportista ejemplar en muchos sentidos. Se ganó el reconocimiento de sus pares y la admiración de todos.
*Por Cristian Molina
Hay instantes en el deporte que se congelan. Se sabe en ese momento. Los testigos son concientes de que la historia está anotando a las apuradas en su libreta de apuntes para dejar constancia.
Jugaban Argentina y Australia y faltaba un minuto para el final, cuando el resultado pasó a segundo plano y Luis Scola salió del campo por última vez con la camiseta albiceleste.
Fue el punto final para una carrera impresionante. llena de puntos altos y reconocimientos. Fue uno de los puntales de una generación que cubrió de gloria al básquet y al deporte nacional.
La generación que creció admirándolo, y que alcanzó a jugar con él, deberá tomar el guante y seguir su ejemplo.
Si alguien le hubiera ofrecido el homenaje que se generó espontáneamente, seguramente lo habría rechazado.
En un país acostumbrado al tribuneo, se ganó a la tribuna con esfuerzo y dedicación. No con gestos. Con ejemplos.
De sus notables condiciones innatas, seguramente la más fuerte ha sido su notable contracción al trabajo. Hizo un apostolado del entrenamiento y el sacrificio bien entendido.
Se ganó el respeto por donde pasó y despertó la admiración de sus compañeros. Fue un faro ineludible para los más jóvenes.
No dudó en plantarse ante la corrupción dirigencial y supo aconsejar a los más chicos.
Seguramente, su nombre ya forma parte de esa acotada lista de los indiscutibles. Los que representan las mejores cualidades del deporte: valor y valores.
Sus logros son una larga lista que vale la pena ennumerar: Con 591 puntos, Scola se convirtió en el cuarto máximo anotador de la historia de los Juegos Olímpicos. Estuvo en Atenas 2004 (medalla de oro), Beijing 2008 (bronce), Londres 2012 (cuarto puesto), Río 2016 y Tokio 2020.
Además Luifa consiguió otra marca en Tokio, ya que es en el primer jugador de la historia en competir en la disciplina con 41 años.
Jugó cinco mundiales y fue subcampeón en Indianápolis 2002 y China 2019. Luis Scola llegó a ser el basquetbolista con más partidos jugados en la historia de los mundiales
Además ganó el Campeonato FIBA Américas de 2001, medalla de oro en el FIBA Diamond Ball 2008, el Campeonato FIBA Américas de 2011 (MVP) y Medalla de oro en los Panamericanos de Lima 2019.
En 2007 fue MVP en el Preolímpico de Las Vegas. Fue el máximo anotador del Campeonato Mundial de 2010 con 244 puntos, 27,1 puntos por partido. Medalla de bronce en el Campeonato FIBA Américas 2013 y plata en 2015.
Obtuvo el Premio Konex Diploma al Mérito en 2010 y 2020. Fue el abanderado de la delegación argentina en los Juegos de Río 2016.
Era 3 de agosto de 2021. Faltaba un minuto para que terminara el partido que, con mucha autoridad, Australia le estaba ganando a la Argentina por los cuartos de final de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Sergio Hernández, el DT albiceleste decidió suplantar a Luis Scola, quien, dignamente, estaba dejando todo en el campo. Luifa saludó a sus compañeros y fue a sentarse para notar que el partido no continuaba. Jugadores propios y rivales, árbitros, periodistas y el escaso personal que la pandemia permitía estar en el estadio en ese momento, lo aplaudían. Y el aplauso no cesaba. Se extendía en el tiempo. Nadie aflojaba. El homenaje merecido para una trayectoria intachable. A la distancia, un país lo aplaudía con lágrimas en los ojos. Un aplauso que resume el afecto y el reconocimiento para quien dio todo, como él mismo dijo después.
Por eso, aplaudan. Se retira de la Selección un símbolo, un ícono. Se retira un capitán. Un jugador que le dio sentido a la esperanza y fundamento a la ilusión. Un jugador que siempre dio todo. Se fue en paz, conciente de que nada se le puede reprochar.
Aplaudan. No dejen de aplaudir.