Hay dolores que no se borran. Porque son profundos, porque se toman como propios, porque trascienden la razón y nos acompaña dentro de una dermis argentina, como un extenso sentimiento sensorial del cual no podemos permanecer ajenos por sabernos hijos de estas latitudes.

Eso es lo que la mayoría de los argentinos (para no decir todos) siente desde el 25 de noviembre de 2020, una fecha que no puede ser efeméride solamente, sino un tatuaje emocional en el colectivo futbolero nacional. 

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Ese día, falleció Diego Armando Maradona, el más mortal de los dioses, el hércules de la redonda. Y si a  quienes ni siquiera lo conocieron, el hecho les enternece el alma, quienes lo conocieron, aún no pueden creer la partida física del eterno 10.

En las últimas horas, una usuaria de twitter movilizó esta red social. Mariana Copland compartió, el 4 de noviembre, pocas semanas antes del fallecimiento de Diego, una situación vivida con él en una clínica de rehabilitación.

"A mí, Maradona me salvó la vida", comienza el hilo que multiplicó lágrimas. 

La magnitud de la simpleza que manifestaba Diego quedó aún más evidenciada en el relato de esta chica que, con su narración, no puede menos que conmover.