Los operativos policiales en la provincia de Gildo Insfrán suelen tener como blanco a mujeres que están cursando su octavo o noveno mes de embarazo. Como en las ambulancias solo puede ir un paciente, el bebé es arrancado de su madre para viajar 300 kilómetros hacia la capital.
La situación en la provincia de Formosa tiene ribetes que rozan lo impensado. A las medidas extremas que el gobernador Gildo Insfrán aplica a sus habitantes, como la vuelta a la Fase 1 o la detención o desaparición de personas, ahora se suma el caso de varias mujeres embarazadas que, por temor a que les quiten a sus bebés, deciden esconderse en el monte, viviendo en toldos de nylon y sin ningún acceso a cuidados sanitarios.
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Según una investigación realizada por el equipo de Telenoche, del canal TN, un grupo de vecinos de El Potrillo (localidad ubicada a 700 kilómetros de la ciudad de Formosa) está al cuidado de 86 mujeres embarazadas que, por temor a los operativos de la policía de esa provincia, eligen ocultarse lejos de todo contacto. "A veces no podemos ir a comprarles cosas para que coman, pero entre todos tratamos de que no les falte alimento para poder seguir con sus embarazos", relataba uno de estos voluntarios.
En ese lugar, pero tierra adentro, viven su calvario estas mujeres, cuyas edades promedian los 24 años. "No sabemos por qué la policía hace esto, y nos escondemos porque tenemos miedo" decía una de las mujeres. El hecho es que los uniformados llegan a los pueblos a las 2 ó 3 de la madrugada para llevarse a las embarazadas que estén cursando su octavo mes de embarazo o estén por dar a luz. Son trasladadas a la fuerza a los centros de salud más cercanos, donde se las obliga a tener a sus bebés por cesárea.
Los precarios toldos de nylon donde duermen las embarazadas del monte formoseño.
Una vez que el niño nace, es llevado en ambulancia hacia la ciudad de Formosa. ¿Y las madres? "Nos quitan a los bebés, y no sabemos dónde se los llevan. Ya pasó de varios casos en que las mujeres no ven más a sus hijos, porque no les dicen dónde están".
En el informe de ese programa periodístico, las víctimas hablaban con sus rostros tapados, temerosas de ser reconocidas por la policía. Muchas de ellas lloraban ante cámara, desesperadas y cansadas de sobrevivir en un lugar agreste, sin electricidad ni servicios básicos. "No sé qué voy a hacer cuando nazca el bebé", decía una de ellas. "De momento estoy esperando".
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La nota se realizó gracias a la intervención de algunas personas que ayudan a estas mujeres. Fueron convencidas de dar su testimonio en un sitio cercano a una huella a la que accedió el equipo periodístico, pero ellas permanecen, en un estado inhumano, bajo techos de nylon tierra adentro, donde nadie se atreve a llegar.
Con un futuro cercano y al mismo tiempo incierto. Con una vida que llega a un sitio donde no hay vida.