Mendoza, de de

Deportes Deporte solidario

"Trabajamos en la dignidad que tienen que tener los internos"

Guillermo Seguí cuenta cómo es el proyecto de Rugby e Inclusión "Los Caciques".

Martes, 18 de Agosto de 2020

Los Caciques surgieron como parte del proyecto derivado de la creación formal del Área de Deportes dentro de la órbita del Servicio Penitenciario y con la colaboración de la Dirección y Desarrollo Sostenible de la provincia. 

Este proyecto ha permitido fortalecer las prácticas deportivas como una herramienta más para favorecer la resocialización de las personas privadas de libertad.

Los Caciques se transformaron en pioneros para incluir al rugby como deporte principal entre las actividades deportivas que se realizan en el complejo carcelario más grande de la provincia. "Se nos ocurrió trabajar con la gente de la cárcel, transmitir valores, que puedan tener herramientas para cuando salgan poder volver a insertarse en la sociedad" afirma Guillermo Seguí, uno de los tutores voluntarios del proyecto en Argentina También Juega.

Este programa, nacido con el nombre de Rugby e Inclusión, se inició a principios de 2016, bajo el mismo modelo implementado en Buenos Aires con el equipo de Los Espartanos. "El primer día uno va a la defensiva, con expectativa de ver de qué se trata todo esto, con prejuicios que trae de afuera. Pero cuando uno se da cuenta de que hay que gestionar el vínculo entre los Caciques y nosotros, la cosa se diluye y se va dando con naturalidad y en las cosas simples. Es mucho más de ayudar y recibir. Uno ayuda pero los que estamos mejor somos nosotros que recibimos el cariño y las vivencias que ellos nos transmiten" agregó Seguí.

En Mendoza, los integrantes de este equipo son personas privadas de libertad alojadas en un mismo módulo. El objetivo es que el compromiso sea conjunto y se vea reflejado en la convivencia, mediante la incorporación de valores como la disciplina y el trabajo en conjunto. "Cuando empezás a trabajar con disciplina y respeto, vas descubriendo la personalidad de cada uno y ahí se genera un vínculo. Todo esto era nuevo para ellos: rugby como idea. Es un ambiente muy áspero. Es un deporte de contacto pero poco a poco van entendiendo y entienden que es entrenamiento de verdad, que no es una cosa así nomás. Nos basamos en cinco valores: disciplina, voluntad, honestidad, solidaridad y respeto. No solo como una palabra sino con la puesta en acción" expresó el tutor en Aurora FM. "Jamás hemos tenido una pelea dentro de la cancha. El privado de la libertad no tiene amigos ni nada, viven en soledad y los amigos que tienen es por conveniencia. Por eso es importante formar parte de un equipo de gente que te ayuda y está pendiente. Estos valores van formando y educando al Cacique para una salida que no sea tan fuerte y que no salga tan solo" añadió.

A través del deporte, lograron bajar significativamente no sólo la reiterancia sino también la conflictividad y la violencia intramuros de aquellas personas que, estando privadas de libertad, formaban o habían formado parte del equipo. "Buscamos la inserción en la sociedad. Hemos logrado disminuir la reincidencia y hemos bajado más de un 70% la agresividad en los pabellones" destacó Seguí por Aurora 91.3.

Los Caciques reciben cada tres meses la visita de algún equipo de rugby provincial para disputar amistosos que los mantienen en competencia. Para ser “cacique”, en primer lugar, hay que tener excelente conducta, asistir a la escuela en cualquiera de los tres niveles que se dictan, ya sea primario, secundario o universitario y, por último, participar en algún taller laboral.  "Los Caciques han vivido cosas feas y apuntamos a que puedan salir con una formación. Hacemos un seguimiento de las familias cuando están dentro y cuando salen los seguimos para ayudarlos en infinidad de cosas: en educación, anotarse para completar estudios, por ejemplo. O en trabajo, porque ellos viven el encierro como una carga para la familia y cuando salen necesitan ocupar un lugar que perdieron. Trabajamos en la dignidad que tiene que tener" resaltó.

"Hace 150 días que no los veo y me quiero morir. No tengo mucha comunicación con ellos. Trabajamos sobre las familias, conseguimos bolsones de mercadería para repartir a través del merendero que ellos tienen en Rivadavia. Nosotros no venos a cada uno de ellos. Los vemos en un conjunto de emociones para poder ayudarlos" concluyó. 

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