La represión policial en las afueras del estadio del Bosque platense llenó de gases el campo de juego y los jugadores se retiraron. El partido fue suspendido a los nueve minutos del primer tiempo por falta de garantías. Los incidentes comenzaron luego de que la policía agrediera a una menor.
El encuentro que completaba la fecha 23 de la Liga Profesional de Fútbol entre Gimnasia La Plata y Boca Juniors solo tuvo nueve minutos de juego.
Serios incidentes entre hinchas y la policía en las afueras del estadio Juan Carmelo Zerillo provocaron la suspensión cuando los gases lacrimógenos invadieron el campo de juego.
Los jugadores se fueron a los vestuarios y la gente decidió invadir el campo de juego ante la clausura de las salidas.
En la previa del encuentro, en las inmediaciones del Estadio Juan Carmelo Zerillo, se desató una serie de incidentes cuando el público local que agrupó rápidamente y desde el club decidieron cerrar las puertas, y los hinchas y socios que se quedaron afuera no lo tomaron a bien y se enfrentaron con la policía en los distintos accesos del Bosque.
En un principio hubo corridas, piedrazos y balas de goma, pero con el correr de los minutos, la policía respondió con gases lacrimógenos, que terminaron ingresando al campo de juego y afectaron a jugadores, cuerpo técnico y terna arbitral, además de a los hinchas de las plateas más cercanas a los incidentes.
Las versiones indican que se cerraron las puertas al comenzar el encuentro y un hecho puntual habría desatado la reacción de los hinchas (un policía habría empujado a una niña, indican algunas versiones). La represión no se hizo esperar y se produjo el desbande que casi una hora después no se calmaba.
Un camarógrafo de TyC Sports recibió tres balazos de goma, según sus colegas.
En ese momento se pudo observar al capitán boquense, Marcos Rojo, identificado con su clásico rival, Estudiantes, tratando de ayudar a muchos hinchas "triperos" a refugiarse en el propio túnel de acceso a los vestuarios.
Mientras tanto se seguían escuchando disparos desde afuera del estadio y la calma no llegaba, ni afuera ni adentro, hasta que las autoridades tuvieron la cordura de empezar a abrir las puertas para que los hinchas del interior pudieran salir de la cancha, ya que los del exterior finalmente habían sido dispersados.
Después de una hora de incertidumbre, desconcierto y violencia, las tribunas se vaciaron, un par de centenares de hinchas se quedaron atemorizados dentro del campo de juego, pero ya con más calma, y de a poco todo fue quedando vacío.