Marcelo Hernández fue uno de los tantos mendocinos que se desarrolló, durante su infancia, como niño cantor de la Lotería de Mendoza. Recordó su historia en Aurora 91.3. 

“Era un grupo que dependía del Banco de Previsión Social de Mendoza. El salón Sorteos estaba donde está el Casino en este momento. Pasábamos un proceso de selección. En los diarios salíamos siempre, sobre todo Navidad, Año Nuevo y Reyes, los grandes sorteos para los que entrenábamos especialmente”, contó en Aurora de tarde. 

“Estuve desde el 81 al 83, cuando cumplís 14 dejás de ser niño cantor. Fui a dos convocatorias y en una de ellas quedé, fue emocionante porque ganábamos un sueldo. Era un sueldo importante, colaborábamos con nuestras casas”, repasó. 

 Y detalló: “Teníamos una actividad intensa: primero, porque además de las características naturales tenías la obligación de ser muy buen alumno, tenías que tener promedio de 10. Era como una suerte de protección del laburo infantil, no podías descuidar tus estudios. Éramos 18 que nos dividíamos en grupos de 9 y teníamos días de semana para ir a cantar la Quiniela, y los sábados la Lotería”. 

“Había un entrenamiento, teníamos que hacer todo el tiempo ejercicios de respiración, había que hacerlo de una manera muy teatral. Era un laburo muy interesante” indicó al tiempo que agregó: “Invierno y verano usábamos mangas cortas. Un pantalón elastizado, de vestir y una casaca con cierre y de mangas cortas. Entrábamos al salón desde atrás, nos formábamos delante de los bolilleros, levantábamos las manos y hacíamos un saludo como girando las manos indicando que no teníamos nada”. 

“Era una cuestión muy controlada, nunca vi nada extraño. Era mucho más real el sorteo como hacía antes que como se hace ahora”, cerró.

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