Más allá de las diferencias culturales con respecto a un deporte que no responde al acervo argentino, el televidente de acá, de allá y de cualquier parte del mundo espera el tradicional entretiempo del Súper Bowl por sus entretenidos mega shows.

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En esta ocasión, sin embargo, Abel Tesfaye, el cantante de The Weeknd, fue el encargado de llevar adelante artísticamente un espectáculo que gran parte del público desaprobó y, como era de esperarse, comenzaron las burlas y quejas a través de las redes sociales.

En 14 minutos, el intérprete canadiense desplegó sobre el escenario sus éxitos acompañado por un coro gospel y, sobre el final, apostó a la fuerza de su clásico Blinding Lights. Pero ni la  puesta en escena millonaria ni los artilugios tecnológicos fueron suficientes para lograr un atractivo similar al de ediciones anteriores de acuerdo a lo que manifestaron los críticos. 

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La pandemia ajustó la presentación en el Raymond James Stadium y, en consecuencia, se apostó al incremento de los televidentes. Debido a ello, se buscó un mayor impacto visual que el público sintió limitado e inadecuado y tal vez sin alma. Los que sí supieron estar a la altura, según las especialistas, fueron Jazmine Sullivan y Eric Church, la pareja que interpretó el himno en la apertura del evento.

Fueron inevitables las comparaciones con artistas de la talla y convocatoria de Jennifer López y Shakira, las que aseguran que fueron ampliamente superiores a la del canadiense.

Y no pudieron estar ausentes los hilarantes parecidos, entre ellos el del artista con Rúben Cacho Deicas, el cantante de Los Palmeras, que vestido con los mismos colores, interpretó “Soy Sabalero” en aquella final de la Sudamericana.