Desde el comienzo de la pandemia los distintos hospitales de Mendoza buscaron ampliar su capacidad para recibir a pacientes críticos, una situación que se complicó cuando la provincia pasó a tener transmisión comunitaria y que con el correr de los meses de agosto y septiembre en la provincia, periodo en el cual se registraron el 90% del total de casos positivos de coronavirus, se agravó.

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El Hospital Central contaba, previo a esto, con 20 camas de Unidad de Terapia Intensiva (UTI), todas dispuestas para la atención de enfermedades generales. Luego, durante los ya seis meses de pandemia, comenzaron a crearse uno tras otros los "sectores COVID".  

El primero contó con 6 camas de terapia intensiva, el segundo aportó otras 8, el tercero agregó 7 nuevas unidades al sistema y el cuarto, otras 7. De esta manera, ya son 28 camas de terapia para enfermos críticos de COVID-19, las cuales siempre se ocuparon en apenas un puñado de días (y las cuales han llegado a estar ocupadas al 100%), pero habrá un quinto sector, que será inaugurado entre fines de septiembre y principios de octubre, y que aportará otras 8 unidades.

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Desde el Hospital advierten que no es un problema el espacio o la infraestructura debido a las ampliaciones inauguradas a fines de 2019, pero sí representa una complicación el personal capacitado para atender a los pacientes críticos, según consignó Sabrina Álvarez, coordinadora del UTI, a Sitio Andino. 

Entre el sector de UTI General y los ahora cinco sectores de UTI COVID, el hospital tendrá 56 camas en total, lo que representa un aumento exponencial: el Central pasó de 20 a 56 camas de terapia durante la pandemia.

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