El convoy, que partió el viernes 15 de agosto, se detuvo abruptamente a metros de su destino en la Ruta Nacional 7.
Lo que prometía ser un despliegue logístico de alta precisión se ha convertido en una comedia de errores. El gigantesco reactor de Impsa, una mole de 456 toneladas que debía llegar a la refinería de YPF en Luján de Cuyo en solo tres días, lleva más de una semana varado por un fallo de cálculo que parece de principiantes.
El convoy, que partió el viernes 15 de agosto, se detuvo abruptamente a metros de su destino en la Ruta Nacional 7. El motivo: un puente que no puede soportar el peso del camión de 36 ejes, ni la décima parte de las 456 toneladas que arrastra. La pieza industrial, un símbolo del potencial tecnológico de la provincia, quedó detenida por la falta de previsión.
La solución de emergencia, coordinada con Vialidad Nacional, ha sido apuntalar la estructura con 80 puntales metálicos y gatos hidráulicos. Un procedimiento improvisado y costoso que desnuda la falta de coordinación y planificación previa, ya que, según los expertos, el puente estaba diseñado para soportar camiones de solo 40 toneladas.
El trasfondo es tragicómico: durante meses se evaluaron recorridos alternativos para evitar puentes débiles y se llegó a cruzar el lecho seco del río Mendoza. Sin embargo, el error más elemental no se detectó hasta que la enorme estructura estaba en movimiento, un hecho que evidencia una falla de previsión alarmante. La obra, que debería ser motivo de orgullo, se ha transformado en un símbolo de la improvisación.