El Servicio Penitenciario de Mendoza profundiza sus políticas de resocialización mediante programas laborales, educativos y culturales orientados a fortalecer la reinserción social de las personas privadas de libertad. A través de convenios, formación y actividades integrales, se busca disminuir la reincidencia y ampliar las oportunidades de desarrollo personal y profesional.
El trabajo, la educación y la cultura constituyen pilares esenciales dentro de este proceso, permitiendo que quienes han cometido delitos regresen a la sociedad con herramientas que favorezcan un desempeño autónomo y contribuyan a la seguridad social.
Uno de los objetivos centrales del organismo es diseñar programas de tratamiento para personas privadas de libertad, tanto procesadas como condenadas, acordes con las etapas del régimen progresivo y el tipo de alojamiento que establece la clasificación penitenciaria.
En este marco, los convenios firmados con empresas e instituciones públicas incrementan las posibilidades de formación laboral y empleo en contextos de encierro, promoviendo la reinserción social y económica. Los talleres y programas están orientados a desarrollar disciplina, responsabilidad y esfuerzo. Allí, los internos adquieren oficios y competencias que luego pueden aplicar fuera del ámbito penitenciario.
Según lo establecido en el decreto reglamentario, la reinserción laboral es considerada una herramienta clave para disminuir la reiteración y la reincidencia delictiva, ya que facilita la integración de los liberados al mundo del trabajo en condiciones más equitativas.
En el ámbito educativo, el Servicio Penitenciario trabaja de manera articulada con la Dirección General de Escuelas (DGE) y la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) para garantizar el acceso a todos los niveles, desde alfabetización hasta carreras universitarias y tecnicaturas. De esta forma, la educación se convierte en un espacio de libertad y desarrollo personal, capaz de ofrecer nuevas perspectivas para el futuro.
"El espacio educativo es fundamental, porque uno de los grandes desafíos del Servicio Penitenciario es la resocialización, y la educación constituye un aporte decisivo para lograrla. Contar con infraestructura adecuada, material tecnológico y horas cátedra nos permite ampliar la oferta curricular y garantizar el derecho a la educación en contextos de encierro", destacaron autoridades del organismo.
Asimismo, este trabajo no solo impacta en quienes se encuentran privados de libertad, sino también en el sistema de seguridad en su conjunto, ya que mayor formación educativa se traduce en mejores condiciones para la reinserción.
Los programas culturales incluyen talleres artísticos, literarios, musicales y teatrales, además de eventos y exposiciones en todos los establecimientos penitenciarios. Estas propuestas permiten canalizar la expresión creativa y mitigar los efectos de la prisionalización, fortaleciendo la autoestima, la convivencia y la empatía.
La participación de artistas, instituciones culturales y programas interministeriales ha consolidado una política cultural dinámica, con resultados positivos y un impacto sostenido, donde la cultura se transforma en un vehículo de encuentro y cambio social.
Si bien el trabajo y la educación conforman los pilares básicos de la resocialización, la cultura complementa y profundiza este proceso al integrar dimensiones emocionales, relacionales y simbólicas, favoreciendo el desarrollo integral de las personas y su preparación para la vida en libertad.