Es profesor de tecnología adaptada en escuelas de educación especial y fue postulado por diversos alumnos que reconocen su trabajo en educación.
Los libros, los chicos, las mesas y las sillas, y la pizarra, aspectos que Cristian Montenegro ve todos los días, como cualquier docente: haciendo lo que ama. Su pasión por la educación lo llevó a desempeñarse en todo tipo de niveles en la educación pública, hasta desembarcar en la educación especial, donde actualmente está.
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Todo ese amor desbordado por lo que hace hizo que muchos de sus alumnos -y ex alumnos- lo consideraran un verdadero ejemplo, motivo por el cual lo inscribieron en la segunda edición de los premios nacionales "Docentes que inspiran", donde quedó entre los 23 finalistas entre 4.000 educadores.
"Me postularon como 45 veces. El 25 de julio, días antes de que cerrara la confirmación, me empezaron a llamar de Buenos Aires preguntándome si iba a participar. Mandé todo lo que pedían a las 10:30 y a las 11 cerraba todo", describió el docente, en conversación con Aurora 91.3.
Cristian finalmente pasó, fue uno de los 4.000 postulantes y, en la segunda selección, quedó entre los primeros 23, junto con otro educador mendocino. "Estamos en la recta final y entre hoy y mañana vamos a conocer los 6 finalistas", dijo.
Hoy, cosecha eso que siempre sembró: el amor al conocimiento y la educación, por más de 18 años. Antes, lo intentó todo: quiso ser programador, también guía turística, pero no lo terminaba de llenar realmente.
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"Empecé estudiando informática por una cuestión de que vi que la programación era el futuro, pero no era lo que quería, así que empecé a estudiar turismo, pero era muy poco lo que se pagaba. Volví a la educación y encontré esa necesidad de los estudiantes de ir más allá de la pizarra, y dije "por qué no implementar la tecnología", así que en 2007 me presente en un concurso Iberoamericano sobre tecnología adaptada y quedé en segundo lugar", explicó.
Eso lo llevó a interiorizarme en eso y se volvió el mediador entre el docente y los chicos con discapacidad, según argumenta, donde tuvo su mayor desafío en pandemia: "En educación especial contábamos con netbooks en la mayoría de estudiantes. Solo que algunos no tenían internet, así que los profesores les cargábamos tarjetas virtuales para que se pudieran comunicar".
Por otra parte, habló del enorme desafío que representó llevar la educación especial a chicos con discapacidad, para que pudieran expresarse, algo que llevó a la creación de un nuevo personaje: "Hicimos un títere llamado Pedrito, que les explicaba que fue lo que pasaba en la escuela, y vimos que los chicos empezaron a crear sus personajes y verbalizar lo que estaban sintiendo y trabajar las emociones", culminó.
Escuchá la entrevista de Un Día Perfecto: