Desde la perspectiva de la salud mental, una epidemia de gran magnitud implica una perturbación psicosocial que puede exceder la capacidad de manejo de la población afectada.  Puede considerarse, incluso, que toda la población sufre tensiones y angustias en mayor o  menor medida. Así es que se estima un incremento de la incidencia de trastornos psíquicos,  como ansiedad, paranoia, angustia y la mayoría serán reacciones normales ante una situación anormal. 

Cecilia Ortiz,licenciada en psicología, especializada en neurociencias hizo una separación por etapas de las distintas sensaciones que trajo el aislamiento social, preventivo y obligatorio: primero estábamos cuidándonos y hacíamos cosas productivas, como cocinar o aprender cosas nuevas o retomar viejos pasatiempos; después el desencanto, la gente estaba cansada; y ahora esta estamos en una etapa de desesperación, estamos sobrepasados. “Hay una realidad, el aislamiento influye no sólo en los estados de ánimo, sino también en las funciones cognitivas, y los anexos, como la  preocupación por la economía o la salud de los seres queridos”, explicó la profesional en  Aurora 91.3 

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La licenciada hizo mención a estudios que se están realizando en países en donde el aislamiento se ha flexibilizado más que en el nuestro, los resultados coinciden con lo que  conocemos como estrés post-traumático, que nos deja un cierto hábito de cuidado extremo. Se prevé que tengamos un primer periodo en donde estemos alerta, ansiosos y más cuidadosos de lo habitual, pero entendiendo que es una reacción normal, que, en caso de persistir después de pasar un tiempo prudente, es importante consultar con un profesional médico. 

Hay quienes desde ya se adelantan, y tienen la sensación de no querer activar tanto la vida social. Frente a esto, Cecilia Ortiz menciona que: “Se ha planteado como van a ser las nuevas formas de vincularnos y relacionarnos, porque se va a dar la situación de no querer salir: el efecto nido. Nos sentimos seguros y tranquilos. Por un lado es una vertiente positiva, porque estar en casa nos invita a conocer nuevas formas de comunicarnos con nosotros mismos. De igual forma hay que tener en cuenta que somos seres sociales y que más allá del contacto auditivo y visual, necesitamos el cuerpo a cuerpo con el otro. Es esperable que se dé, pero que lo vayamos venciendo con el tiempo” 

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La sugerencia que hace la neuropsicóloga es la estimulación cognitiva en adultos mayores. El aislamiento puede favorecer ciertos deterioros. Los familiares o afectos cercanos son los responsables de mantener activa su actividad mental, psíquica y emocional. Con los permisos para las caminatas recreativas, la recomendación es que sea progresiva, con cuidado y con acompañamiento desde lo afectivo.

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