El número de personas con trastornos neurocognitivos sigue en aumento a nivel global, pero la ciencia demuestra que casi la mitad de los casos podría prevenirse.
El alzhéimer es la causa más común de demencia y uno de los mayores desafíos de salud pública del siglo XXI. Según proyecciones internacionales, la cantidad de personas con este trastorno aumentará de 57 millones en 2019 a más de 150 millones en 2050. Sin embargo, en países de altos ingresos la incidencia ajustada por edad viene disminuyendo, lo que refuerza la importancia de la prevención y la detección temprana.
Un reciente informe de la Comisión The Lancet sobre salud cerebral recopila la evidencia más actualizada y destaca que nunca es demasiado temprano ni demasiado tarde para reducir los riesgos. En la Argentina, especialistas del Hospital Británico subrayan que adoptar hábitos saludables y acceder a controles adecuados puede marcar una gran diferencia.
El informe de 2024 identifica 14 factores de riesgo modificables que, si se eliminaran, podrían prevenir hasta la mitad de los casos de trastornos neurocognitivos. A los 12 ya conocidos (como hipertensión, tabaquismo, obesidad, depresión, inactividad física, diabetes o aislamiento social), se suman dos nuevos: la pérdida de visión no tratada y el colesterol LDL elevado.
La neuróloga Dra. Florencia Deschle, especialista en Neurología Cognitiva del Hospital Británico, explica: "Es fundamental adoptar un enfoque de curso de vida".
Algunas de las acciones más relevantes para proteger la salud cerebral incluyen:
La detección oportuna del alzhéimer es clave para planificar cuidados y tratamientos. No obstante, la evaluación masiva no está justificada y las herramientas diagnósticas deben adaptarse culturalmente a cada población.
Entre las opciones disponibles se destacan:
Desde el Hospital Británico, remarcan que el verdadero desafío es transformar este conocimiento en políticas accesibles y en hábitos sostenibles que permitan a las personas vivir más y mejor, aun en un contexto de envejecimiento global.