La red social Twitter es famosa por ser un espacio en el que discursos de odio y comportamientos abusivos circulan con frecuencia. Por eso genera incertidumbre el desembarco de su nuevo dueño, Elon Musk, quien es autorproclamado "enemigo de la moderación de contenidos" y defensor del "libre discurso".

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Musk puso 44.000 millones de dólares sobre la mesa para comprar Twitter y acumula más de 85 millones de seguidores. Hoy, ese megáfono mundial está en sus manos y ya destacó que  buscará “garantizar la libertad de expresión” a rajatabla, a la que denominó como “la base de una democracia que funcione”.

“Espero que hasta mis peores críticos permanezcan en Twitter, porque eso es lo que significa la libertad de expresión”, aseguró en la previa a que se anunciara la adquisición. 

El empresario “con su estilo provocador, parece ignorar el largo y problemático camino transitado por Twitter y otras plataformas en la gestión y moderación de contenidos”, expresó Martín Becerra, especialista en medios de comunicación e industrias culturales e investigador del Conicet.   

“Una cosa es ser un alborotador sin cargas de conducción en la plataforma, y otra distinta es tener responsabilidad en un ámbito en el que hay operaciones de acoso, discriminación racial, violencia de género y otros discursos que los estándares de libertad de expresión clasifican dentro de los límites legítimos”, continuó Becerra.

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Aún así, la plataforma ha intentado algunas acciones frente a las problemáticas que tienen lugar día a día: “Si bien animamos a las personas a expresarse libremente en Twitter, el abuso, el acoso y la conducta de odio no tienen cabida en nuestro servicio”, detalla Twitter en su blog oficial.