Mendoza, de de

Argentina El adiós al Diez

Maradona se convierte en leyenda

Murió el mejor de la historia. Un ícono del fútbol mundial, que ingresa el plano de la gloria eterna.

Miercoles, 25 de Noviembre de 2020

Después del mundial de 1986, Maradona quiso hacer una revolución en el fútbol mundial. 

Insatisfecho por haber tenido que jugar al mediodía mexicano bajo temperaturas insoportables, propuso crear un sindicato de jugadores que se opusiera con fuerza a las medidas abusivas de la FIFA. Dos grandes emblemas de aquel tiempo, el francés Michel Platini y el alemán Franz Beckembauer, tomaron el guante y apoyaron la idea. Con el correr del tiempo, los dos europeos terminaron sumándose a la dirigencia de la UEFA y terminaron sospechados de corrupción

Maradona, en tanto, sostuvo su oposición férrea a Joao Havelange, primero, y Joseph Blatter, después. Pagó muy caro el precio de esa oposición. Pagó con persecuciones y sanciones inexplicables. El Diez fue un jugado excepcional, por encima de todos. Con errores y falencias atroces, como todos. Pero con una característica única: asumió cada uno de sus defectos y aceptó las consecuencias. Incluso la muerte.




Como futbolista, indiscutiblemente, fue el mejor de la historia. Por el show que brindó en sus mejores años, por los títulos alcanzados. Las comparaciones son odiosas pero necesarias en este caso. 




Pelé tiene más títulos mundiales con Brasil. Pero fue determinante solo en uno, el de 1958, en Suecia. En Chile, casi no jugó por una lesión provocada por un defensor y en México mostró un nivel superlativo pero rodeado por cinco o seis compañeros de un nivel también superlativo. Peor además, Pelé no jugó nunca en Europa. Por lo que queda en blanco en ese ítem.



Lionel Messi se cansó de ganar títulos en España y Europa con el Barcelona. Sus números son notables en cuanto a goles y rendimiento, pero al igual que el Brasil del "70, estuvo siempre rodeado por estrellas que supieron interpretar su juego y alimentarlo. Pero Lio tiene en blanco el casillero de mundiales con la Selección. 

Los demás, grandes jugadores que han poblado la historia del fútbol, no entran en la comparación. No les da el nivel ni el palmarés.



Pero hay un punto, en el que el Diego es indiscutible: el de ícono del fútbol mundial. El mejor gol de la historia de los mundiales puede ser su carta de presentación pero hay cosas inasibles, que solo Maradona puede ostentar




Lo despiden los hinchas de todos los clubes, sin distinción de bandería. Aún aquellos opuestos a esos con los que Diego se identificó. Hoy lo saludan con respeto hinchas de Central, Ríver, Estudiantes de la Plata, etc.




Lo despiden sus adversarios, rendidos ante su leyenda. Incluso aquellos que lo acusaron de ganarles haciendo trampa.



Lo despiden con afecto, sin tristeza impostada, con el respeto que supo ganarse en vida.

Lo despiden los hermanos latinoamericanos, sabedores de que siempre sacó la cara por la patria grande.




Maradona se va con el amor incondicional de los pueblos a los que hizo felices. 

El amor del pueblo napolitano, que alcanzó gracias a él, todo lo que alguna vez se animó a soñar y nunca volvió a repetir. 

El amor del pueblo Xeneixe, que lo tuvo como ídolo como futbolista y de hincha, junto a ellos, tras su retiro.

El amor del pueblo de Newells, de Gimnasia La Plata, de Mandiyú, de Racing. 

El amor del pueblo argentino. Ese pueblo que vibró con sus hazañas, que gozó con sus logros y que lloró con sus tristezas, pero que sobre todo, fue feliz con sus regalos.

El amor del pueblo de Bangladesh, en un hecho insólito. Un país que alienta por Argentina debido a las hazañas de Diego ante los ingleses.




Talentoso, imperfecto, irreverente, controvertido, congruente, contradictorio pero absolutamente auténtico. 

En un mundo donde el fútbol es un negocio, no quiso ser mercancía. En un país donde el fútbol es religión, se bancó ser Dios. 

Diego deja este mundo y ocupa el espacio que se merece en el espacio de la leyenda.