Fue condenada a cadena perpetua, estuvo presa durante doce años siendo inocente para tapar una crisis institucional. Conocé la historia contada por la principal damnificada.
María Antonia Gauna era una docente de 36 años cuando la tragedia y la injusticia invadió su vida tranquila de Arequito, Santa Fe, donde vivía junto a su esposo Omar Carlos Bartorelli. Llevaban apenas seis meses de casados cuando quedó viuda y fue culpada por ello, habiendo sido víctima también.
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Llegó desde Corrientes por el amor que sentía Omar, amor que terminó involucrándola en un hecho trágico: una persona le arrebató aquel amor con ocho puñaladas en el cuerpo y la justicia, por ciertas irregularidades en casos anteriores, decidió la carátula de "crimen pasional" y cerraron el caso con prisión perpetua para María, quien se halló gravemente herida e inconsciente al lado del cuerpo de su esposo.
"Fui condenada injustamente. Yo nombré a una persona desde el principio y nunca lo investigaron", destacó Gauna en conversación con Aurora 91.3, donde detalló cómo sucedieron los hechos ese gris 5 de febrero del 2005, cuando su marido perdió la vida.
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Los hechos que se desencadenaron ese día sucedieron tras una cena junto a dos de las hermanas de Gauna -quienes también vivían en Arequito junto a sus respectivas parejas-. Como Óscar y María recién se habían mudado juntos, su casa no contaba con cochera, por lo que la víctima fatal guardó el auto en la casa de sus padres, como hacía siempre.
María entró a la casa y se llevó una sorpresa: una persona encapuchada y con un arma de fuego la amenazaba y le pedía dinero. La sorpresa fue mayor al darse cuenta de que se trataba del cuñado de su marido, a quien llama como "Pirulo".
"Me empezó a pedir la plata, por lo que fui a buscar lo que tenía mientras me apuntaba. Me ato las muñecas y en eso llegó mi marido, quien me pidió que le abriera la puerta. Le abrí como pude y en eso llegó pirulo cuando volvió Pirulo, quien seguía pidiendo plata. Le di una suma que le pedí prestada a mi hermana, pero él insistía con el dinero, se trataba de unos 25 mil pesos que había transferido mi marido el día anterior", destacó la víctima en el programa Un Día Perfecto.
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Ante la negativa de las víctimas a entregarle ese dinero, el agresor los obligó a dirigirse hacia la habitación, tomar un líquido que él traía, y acostarse. "Saco una bolsa de papel madera donde tenía un polvito efervescente y se fue. Nos desvestimos hasta quedar en ropa interior ambos y después aparecimos en el jardín lleno de cortes", detalló.
María Antonia Gauna y Oscar Bartorelli fueron hallados en el jardín de su casa con cortes en todo el cuerpo. Ella inconsciente, peleando por su vida mientras él ya había dejado este mundo tras recibir ocho puñaladas. La escena era observada por todos los vecinos de la zona desde la vereda. Ese fue el comienzo del calvario de la maestra.
Ella fue trasladada a emergencias, donde fue atendida e intervenida quirúrgicamente en dos ocasiones. En tanto, la justicia se encargó del caso tras reclamos por ineficiencia en otros hechos anteriores por parte de la seguridad del pueblo.
El panorama era desfavorecedor para las fuerzas policiales y judiciales: desde hacía días se realizaban "puebladas" contra los casos anteriores por la falta de precisión, por lo que la mejor alternativa que parecía presentarse para evitar un revuelo fue caratular el caso como "crimen pasional", alegando que no se trataba de inseguridad, sino de problemas maritales.
María declaró ante la justicia en una sala de hospital, luego de haber sido operada, sin la presencia de un abogado. "Siempre dije quién había sido, como sucedió todo, pero las irregularidades fueron tremendas. No se tomaron huellas, no se puso faja de seguridad de forma inmediata y no me hicieron análisis", informó la víctima.
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La versión de la jueza del caso era que la víctima le dio un golpe a su marido, lo mató con un cuchillo, lo arrastro al jardín y después se cortó las muñecas, mientras que su salud mostraba cortes de tal profundidad que desmentía aquella versión. Sin embargo, el médico que la operó se olvidó de poner la palabra profundo en los detalles de los cortes que tenía: "Cuando lo agregó, la jueza manifestó textualmente que fueron agregadas para ayudar al reo".
Tras una condena perpetua, la docente pasó doce años tras las rejas, con su idea clara de que era inocente. En 2016 recibió su libertad tras una demanda al Estado por daños y perjuicios, quienes reconocieron una mala praxis institucional.
"Mi hermana Íngrid y mi cuñado Mauricio nunca dudaron de mi inocencia y me ayudaron muchísimo. Tuve muchísimo apoyo espiritual y moral desde el momento que estuve adentro", detalló María, quien además contó que la persona quien alega es responsable del crimen "está usurpando de todo lo que sea económico". "Está en mi casa y en la casa de mis suegros, viviendo del campo de mi marido, llevando una vida normal caminando por las calles de Arequito. Desde que salí en 2016 nunca lo investigaron", añadió.
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Tras ser liberada, la docente volvió a su Corrientes natal, donde trabaja en una escuela en la biblioteca, ya que no puede ejercer la docencia por las secuelas del hecho. "Pude retomar mi vida normal con mucha fe y esperanza, pero no voy a descansar hasta que el asesino de mi marido pague por lo que hizo. Necesito que mi marido descanse en paz, ahí voy a reparar semejante daño.
"La provincia de Santa Fe sigue ausente en todo. Me quitaron doce años de vida, me quitaron la posibilidad de ser mamá. Estoy de pie para que mi marido descanse en paz. Voy a seguir peleando hasta el último segundo de mi vida. Es un caso inédito estar doce años privada de mi libertad y que después el estado reconozca esta mala praxis institucional. Dios quiera que me escuche la justicia de los hombres", culminó.
Escuchá la entrevista de Un Día Perfecto: