Heber Orona es un medocino como cualquier otro, que nació con una pasión que lo distingue de los demás: el montañismo. Es el único argentino en haber escalado el Everest sin tubos de oxígeno, y por la cara norte, una de las más complejas. 

Vivió en la localidad cordillerana de Polvaredas, en Las Heras, donde desarrolló poco a poco un amor inigualable por la montaña. Y aquello que empezó como un Hobbie, se volvió una pasión: "No me quejo, vivo de lo que me apasiona. Llevo más de la mitad de mi vida ejerciendo esta profesión".

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Pasó por Aurora 91.3, para hablar de sus hitos y logros.“Como todo montañista, comencé en el Aconcagua. Conocí mucha gente que también viajan por el mundo y me despertó la ambición de viajar a cualquier montaña", comenzó su relato.  

En 1999 viajó a Nepal, Asia, para escalar el imponente monte Everest, considerad el más alto del mundo, y donde comenzó su proyecto 7 Cumbres, que consiste en "Viajar por los continentes escalando la montaña más alta de cada uno". 

"En 1999 me invitan para ser parte de una expedición al Everest. Me decidí sin siquiera tener patrocinio.Era una carrera a contratiempo porque no es fácil tener los recursos para una expedición de este tipo, y todo estaba en dólares, lo que lo hacía más complicado. Pero cuando uno tiene sueños pendientes, y aparecen estas oportunidades, te tirás a la pileta sin agua", comentó sobre su primera experiencia en el Everest. 

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Con respecto a ese vaje a Asia, mencionó que fue un esfuerzo grande conseguir el dinero, pero no hay arrepentimiento de nada: "Nadie te quita lo bailado, y a veces uno no mide en lo económico. Si el esfuerzo, porque la verdad que continuar con estos proyectos tan ambicioso dejas de lado muchas cosas, más que nada personales. Pero después uno está en la montaña haciendo lo que conoce", y agregó: "No me quejo, vivo de lo que me apasiona. Llevo más de la mitad de mi vida ejerciendo esta profesión".

Orona subió el Monte Everest, en Asia; las Pirámide Carstensz, en Oceanía; Monte Elbrus, en Europa; el Monte McKinley, en América del Norte; el Monte Aconcagua, en América del Sur (el cual escaló 46 veces); el Kilimanjaro, en África; y el Monte Vinson, en Antártida. De esta forma completó las siete cumbres más altas de cada continente.

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Finalmente, resaltó uno de los momentos más dificultosos de su carrera: la cara sur del Aconcagua. "Es la segunda pared más grande del mundo, y pude estar ahí en el año 96. Puedo decir que no todo se mide por las alturas, sino por las dificultades, y esa es una de las paredes más difícil del mundo. Tenés una experiencia expectante allá,  porque las avalanchas no tienen horario. Es complicado y estás expuesto", mencionó. 

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