A pesar de que no estaba en su mejor momento, los hinchas le suplicaban que se quedara en Godoy Cruz. El trágico final de una hermosa historia de amor.
Murió el Morro García, todavía cuesta asimilarlo. ¡Si hasta hace unos días estábamos hablando de su futuro, lo querían todos los clubes! Y no es para menos. Porque el uruguayo, además de su indiscutida calidad como futbolista, se hacía querer.
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Ojo, parecía un tipo serio, pero era más bien reservado para los que lo conocían bien. Era sencillo y por eso prefería quedarse en Mendoza.
El uruguayo llegó a decir que se sentía “mendocino por adopción”, incluso en reiteradas ocasiones manifestó su deseo de quedarse a vivir en la provincia.
El cariño siempre fue mutuo: el atacante se hizo querer a fuerza de goles, convirtiéndose en el máximo artillero de Godoy Cruz en primera división con 51 tantos. Un lujo para pocos.
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Llegó en 2016 y en su primera temporada anotó 9 goles en 14 partidos, con un promedio de 0.64. El año siguiente marcó 7 más, pero su rendimiento no fue el esperado y Lucas Bernardi decidió “bajarlo” a Reserva.
La experiencia del DT tuvo corto plazo y, Larriera mediante, llegó el turno de Diego Dabove, el entrenador que supo devolverle al delantero su confianza: esa temporada anotó un total de 19 tantos (17 en el certamen local) y se convirtió en el goleador de la Superliga. El Tomba, ligado a la buena racha de su Morro querido, quedó segundo en el campeonato, tan sólo dos puntos debajo de Boca, el campeón.
En las siguientes temporadas, el 18 bodeguero marcó 13 goles más, muchos de ellos fueron claves para un Tomba que comenzó a caer.
Tras la pandemia, los cambios de entrenador y sus propios problemas, el nivel del futbolista no alcanzó a recuperarse. Tuvo pocos minutos y no pudo hacer lo que más le gustaba: goles.
El fin del ciclo estaba anunciado, pero los hinchas no lo querían dejar ir: “Quedate a vivir en la Bodega”, le suplicaban.
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El Morro se fue y es difícil explicarlo. Su nombre quedó inscripto en la historia grande del fútbol de Mendoza, la que fue su casa y que nunca lo olvidará. Que en paz descanses, Morro querido.