Después de Qatar, los chicos sueñan con ser futbolistas profesionales. Cómo ayudarlos a seguir disfrutando del deporte sin que se estresen por ser los mejores.
A poco más de un mes de aquel inolvidable 18 de diciembre en el que la Selección argentina dejó una huella imborrable en el corazón de grandes y chicos, muchos siguen soñando con la épica atajada del "Dibu" Martínez y despiertan preguntándose si de verdad pasó, si fue real.
Vuelven a ver el penal de Montiel para asegurarse de que esa pelota entró y no pueden dejar de pensar en Messi besando la Copa, el beso del verdadero amor.
Los chicos son todos Enzo Fernández, Julián Álvarez, Alexis Mac Allister, Nahuel Molina, el “Cuti” Romero. Juegan y sueñan. Los no tan chicos también.
El Mundial 2022 despertó más que nunca la pasión futbolera que los argentinos llevamos adentro y abrió una puerta: Julián soñaba jugar con Messi y ahora es campeón del mundo, ¿por qué yo no?
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Mi hijo tiene 8 años y ya “decidió” que se quiere dedicar al fútbol de manera profesional. Y claro, ¿cómo nos podemos oponer después de lo que vivieron el año pasado?
Pero para nosotros, los padres, es una gran responsabilidad. Tenemos que equilibrar ese deseo para que no se transforme en frustración, para que no vivan siempre con ansiedad. Que sigan disfrutando del juego que para lo demás ya habrá tiempo.
Mucho en juego
La Licenciada en Psicología Mercedes Appugliese supo explicar en Aurora 91.3 que "la esencia del deporte es el disfrute" y que hasta cierta edad lo competitivo no debería estar ya que "se pierde la creatividad del jugador”.
"En el deporte se juegan muchas cosas, los fracasos internos, las expectativas sobre nuestros hijos y eso de intentar de dar el modelo que yo pretendo y no el que yo hago", expresó. Buen punto: a veces, sin darnos cuenta, los incentivamos a ser lo que nosotros queremos que sean.
El deporte no es solo algo físico, también enseña a trabajar en equipo, a superar retos y controlar emociones. El Dibu nos lo demostró durante la Copa América y también en Qatar: no es fácil y no está mal pedir ayuda.
El competir hace que parezca que ganar es lo único que importa y eso puede conducir al estrés. Es lo que debemos enseñarle a manejar a nuestros jóvenes deportistas, para que puedan seguir disfrutando de la actividad más allá de los resultados.
Exceso de estrés
Los especialistas recomiendan que “un poco de estrés” ayuda al cuerpo a enfrentar los retos; pero en exceso (como todo), puede ser contraproducente.
Los chicos que se están iniciando en la actividad pueden estresarse por distintos motivos, según el sitio especializado Kids Health:
-Demasiada presión por parte de sus padres o entrenadores para ganar;
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-Una sobrecarga de actividades deportivas;
-No querer practicar un deporte en concreto.
De esta manera, si notamos que el chico sufre demasiado estrés, es bueno considerar varias alternativas:
-El foco no debe ser ganar, sino tener una actitud positiva. El enfoque del entrenador tendrá mucho que ver;
-No sobrecargar la agenda de los chicos, también necesitan sus tiempos de descanso;
-Si la decisión es dejar el deporte, averiguar el por qué.
Cómo ayudarlos a gestionar el estrés
Algunas técnicas que los padres podemos aplicar para ayudar a nuestros hijos son: enseñarles a respirar profundamente, a lograr una relajación muscular, a imaginar un “lugar feliz” y visualizar el éxito. La rutina ayuda a mantener el estrés bajo control.
Ayudarlos a pensar en positivo y a tener confianza en ellos mismo, saber que ellos cuentan con un apoyo y que tropezar no es fracasar.
Alentarlos a que se diviertan y entender que no somos perfectos; no lo somos en ningún ámbito de la vida, incluido el deporte.
Lo que los expertos recomiendan es que los chicos se diviertan: si esa es la prioridad, la ansiedad y el estrés por querer ganar y ser los mejores, jugar en el PSG y salir campeones del mundo van a pasar a segundo plano.
A modo personal: no todos son Messi
Es el mejor de nuestros tiempos y, quizás, de todos los tiempos. Pero el fútbol es un deporte en equipo y ni Lionel Messi ni Diego Maradona ni nadie pueden jugar solos.
No se puede armar un equipo de Messis. Sin darnos cuenta hacemos la inevitable comparación: “¿Vas a ser el futuro Messi?” y no, no todos son Messi.
Cada uno tiene un talento particular que va a descubrir y desarrollar; algunos corren más, otros son mejores marcando; otros tendrán olfato goleador o los reflejos suficientes para defender los 7,32 x 2,44m del arco.
Tampoco es que todos tengan el “don” para jugar a la pelota. No hay que frustrarse: cada chico es único e irá descubriendo su camino de a poco, siempre con el apoyo y la contención de quienes lo rodean.
La fiebre del Mundial dejó muchas cosas lindas: todos nos sentimos parte, sobre todo los más chicos, que se identifican con esta camada de jugadores y su legado. Es nuestra responsabilidad guiarlos a entender el mensaje de la manera correcta para que puedan seguir disfrutando.