La comunidad científica mundial está revolucionada. La astronomía vive días de total conmoción tras la detección de un nuevo visitante de origen interestelar, el tercero en la historia. Se trata de 3I/ATLAS, un objeto descubierto el 1 de julio de 2025 por un telescopio del proyecto ATLAS, instalado en Chile, y que no pertenece a nuestro Sistema Solar. Su paso ha desatado un debate sin precedentes, que va desde la cautela académica hasta las más audaces especulaciones.

El astrofísico Avi Loeb, reconocido referente de la Universidad de Harvard y del proyecto Galileo, publicó un estudio que ha puesto en vilo a la comunidad científica. Según su teoría, 3I/ATLAS podría no ser un cometa ordinario, sino un objeto con un posible origen tecnológico y extraterrestre. En otras palabras, una nave espacial.

Loeb basa su postulado en dos características del visitante: su órbita retrógrada y su alineación casi perfecta con el plano de la eclíptica, una combinación que, según él, tiene una probabilidad aleatoria de solo 0,2%. A ello se suma la forma en que refleja la luz, un patrón diferente al de cualquier cometa conocido. El investigador de Harvard incluso sostiene la hipótesis de que su trayectoria podría haber sido calculada para un eventual acercamiento a la Tierra, sumando un ingrediente más al misterio.

Más allá de las conjeturas que dominan los titulares, la mayoría de los especialistas describe a 3I/ATLAS como un cometa clásico, compuesto principalmente de agua y dióxido de carbono. La NASA ha confirmado que el objeto se encuentra a unas 4,5 unidades astronómicas del Sol y alcanzará su punto más cercano a la Tierra en diciembre, a más de 257 millones de kilómetros, por lo que no representa ninguna amenaza para el planeta.

A pesar de las certezas que intentan imponer los científicos, la pregunta sobre la verdadera naturaleza de 3I/ATLAS ya está en el aire, y solo el tiempo revelará si estamos ante un fenómeno astronómico más o si, por el contrario, la humanidad se asoma a una nueva era de la exploración espacial.