Contrario a la creencia popular que asocia la pérdida de peso al ejercicio más extenuante, los expertos en salud y fitness coinciden en un punto: la constancia es la variable más importante para quemar grasa. La efectividad de cualquier rutina deportiva depende menos de la intensidad aislada y más de la regularidad. Esto se debe a que el entrenamiento extremo a menudo dispara el apetito y la fatiga, lo que a largo plazo limita el efecto neto sobre la balanza. La pérdida de peso, en esencia, solo ocurre cuando el gasto calórico total supera a la ingesta.

Fuerza vs. Cardio: Una combinación ganadora

Si bien la pérdida de peso está determinada por el déficit calórico, el ejercicio es fundamental para la salud integral y para mantener el peso perdido. Los especialistas señalan que la clave de la adherencia radica en la personalización. La gente debe elegir actividades que le resulten placenteras y prácticas de integrar en el día a día, ya que la motivación disminuye rápidamente cuando la práctica resulta ser una carga.

Al analizar los tipos de entrenamiento, tanto el trabajo de fuerza como el cardiovascular juegan roles cruciales. El entrenamiento cardiovascular produce una quema calórica inmediata y elevada. No obstante, el entrenamiento de fuerza impacta directamente en el metabolismo basal, el consumo de energía en reposo.

Según Harvard Health Publishing, una sesión básica de fuerza puede quemar unas 204 calorías por hora, una cifra que, aunque es menor que el gasto directo del cardio, se prolonga gracias al aumento de la masa muscular y al fenómeno EPOC (consumo excesivo de oxígeno post-ejercicio), manteniendo la quema calórica activa incluso cuando la persona está descansando.