Lejos de ser un límite, la edad puede ser una aliada si se corre con control, entrenamiento adecuado y chequeos médicos. Qué dice la evidencia sobre los riesgos y beneficios del running después de los 40.
Durante años se creyó que correr era perjudicial para las rodillas. Sin embargo, los estudios actuales dicen lo contrario. "El cartílago de la rodilla no se desgasta por correr, sino por la inactividad", afirma Hunter Bennett, profesor de Ciencias del Ejercicio en la Universidad de Australia Meridional.
Según el especialista, el impacto moderado del running estimula la renovación del cartílago y fortalece los huesos, algo que no ocurre cuando se lleva una vida sedentaria. "Tu cuerpo es un sistema dinámico que se adapta y necesita carga para mantenerse fuerte", explicó.
De hecho, las investigaciones muestran que los corredores suelen tener un cartílago más grueso y mayor densidad mineral ósea que las personas que no corren y podrían estar más protegidos frente a la artrosis.
La Federación Española de Asociaciones de Docentes de Educación Física (FEADEF), junto con las universidades de Jaén, La Rioja y la Autónoma de Chile, analizó los beneficios y riesgos de la carrera de resistencia en mayores de 35 años. "El 50% de los corredores veteranos sufre alguna lesión cada año, principalmente por exceso de entrenamiento o falta de preparación previa", señala el estudio Beneficios y riesgos de la práctica de la carrera de resistencia en corredores veteranos.
Las lesiones más comunes son:
Los expertos subrayan que muchos aficionados entrenan sin guía profesional y con sobrepeso, lo que eleva el riesgo.
"La mayoría no ha tenido una práctica deportiva anterior y eso exige empezar con prudencia y una revisión médica previa", concluyen los autores del trabajo.
Los especialistas coinciden en que empezar a correr a los 40, 50 o más años es seguro si se hace con sentido común. "El secreto está en progresar lentamente y escuchar al cuerpo", aconseja Paco Amorós, entrenador y divulgador deportivo español. Amorós recomienda aplicar la regla del 10% -no aumentar más de ese porcentaje de distancia por semana- y sumar dos o tres sesiones semanales de fuerza para compensar la pérdida de masa muscular que comienza en la adultez.