Pamela Rogers, exprofesora de educación física en Estados Unidos, fue condenada a prisión después de reincidir en el contacto con su joven víctima meses después de haber sido liberada bajo estrictas condiciones.
El caso de Pamela Rogers, una carismática docente de educación física de 27 años en Estados Unidos, es recordado como un símbolo de abuso de autoridad y reincidencia criminal. Rogers, una figura pública admirada por su trayectoria deportiva, fue inicialmente arrestada por mantener una relación sexual prohibida y abusiva con uno de sus alumnos, un niño de tan solo 13 años. Esta relación ilícita, enmascarada bajo una supuesta mentoría deportiva, se prolongó durante tres meses e incluyó encuentros físicos en el gimnasio de la escuela, exponiendo la vulnerabilidad del menor.
En agosto de 2005, la docente fue condenada, pero recibió una pena de 8 años en suspenso. Sin embargo, se le impusieron condiciones estrictas, entre ellas la obligación de cumplir 270 días de cárcel, la entrega de su licencia de enseñanza, el registro como delincuente sexual y la prohibición absoluta de contactar a menores sin parentesco. El menor, atormentado por la culpa, había sido quien reveló los hechos a un familiar, permitiendo la intervención judicial.
Apenas unos meses después de haber recuperado su libertad, en abril de 2006, Rogers demostró una total falta de acatamiento a la sentencia. Utilizó el teléfono de su padre para enviar mensajes de texto de contenido explícito, fotografías desnuda y videos sexuales al mismo niño, que para entonces ya tenía 14 años.
Alertadas por el padre de la víctima, las autoridades rastrearon los dispositivos y allanaron la vivienda de la exdocente. Detenida nuevamente y enfrentando cargos por explotación sexual de un menor, Pamela Rogers fue finalmente enviada a prisión en julio de 2006, donde se le dictó una pena de 7 años por violar gravemente los términos de su condena anterior.