Con el COVID-19 ocupando gran cantidad de recursos, camas y personal en los nosocomios de Mendoza, situaciones de urgencia o pacientes crónicos tienen dificultades para ser atendidos.
La pandemia ha dejado al descubierto que el sistema sanitario está estresado y saturado. Según fuentes oficiales, las camas de terapia intensiva están ocupadas en un 90% y las historias que se difunden en las redes sociales dejan ver que la situación es más crítica de lo que parece.
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Sabido es que el trabajo de los médicos es desgastante, que las 24 horas están en permanente atención para los pacientes que tienen coronavirus o son sospechosos de algún contagio. Sin embargo, acudir a los hospitales en tiempos de pandemia, con otra enfermedad o por otro problema que no sea COVID-19, resulta ser un verdadero problema.
Gabriel Flores (55) es mendocino y en sus redes decidió contar su experiencia personal en la que, según declaró a ADN País, pasó "una noche de terror" y está vivo "de milagro". Todo comenzó cuando con su esposa jugaban a un juego de preguntas y respuestas el día viernes. Él soltó una carcajada y de repente se asfixió. En un segundo, de un juego online, todo pasó a ser una odisea que jamás olvidará.
Inmediatamente fue llevado por un vecino al Hospital El Carmen de Godoy Cruz. Allí le dijeron que no podía ser atendido ya que no era un paciente con PAMI. Además, le contó a este medio que la guardia del nosocomio estaba totalmente colapsada y los autos no paraban de llegar de urgencia al establecimiento. Antes, trataron de comunicarse con el 911, pero nunca hubo respuesta.
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Al no tener suerte en El Carmen, procedieron a irse en taxi hasta el Hospital Central, mientras Gabriel aún sufría por el altercado que había tenido, sin saber qué era lo que le había pasado. Una vez en el Central lo derivaron a una guardia exclusiva de pacientes con coronavirus, sabiendo y manifestando él que no presentaba ningún síntoma ni patología compatible con esa enfermedad.
"Esperé dos horas para que me atendieran. Me hicieron bajarme el barbijo y me apoyaron el teléfono con la linterna para mirarme la garganta", declaró con un indignación ya que el celular es uno de los elementos con más bacterias de los que utilizamos día a día. "La enfermera me hizo agarrar a mí el termómetro digital y yo pienso que todos los otros enfermos de coronavirus lo han tocado también", agregó.
"No me hicieron hisopado, descartaron coronavirus porque tenía los pulmones en buenas condiciones. Solo tenía la garganta lastimada y me dijeron que podría tener una astilla de una de mis muelas clavadas en el conducto. Al reírme fuerte se cerró el pasaje de aire", explicó.
Por otro lado, una vez ya conocido el diagnóstico de lo que le había ocurrido, procedió a explicar lo que sucede en los hospitales y el miedo que tiene ahora porque, como fue derivado al área de coronavirus (habiendo explicado que no tenía síntomas), estuvo cerca de otros pacientes que mostraban síntomas y eran positivos, por lo que podría estar contagiado. "En la guardia éramos 10 personas, todos con síntomas. Los dejaban semi internados en un pasillo de la guardia, en una camilla porque no había más camas para ellos en el Central", señaló.
"Tengo miedo de haberme contagiado. Fui con un problema al hospital y volví con una preocupación mucho peor porque soy paciente de riesgo por la edad y las enfermedades de base", agregó. Es clave saber que Gabriel padece hipertensión, insuficiencia renal y deficiencia de Vitamina D.
"Viví una película de terror, no tuve síntomas ni fiebre nada, pero tuve 162 pulsaciones, cuando lo normal es menos de 60 en mi edad. Me dio un ataque de pánico, fue una noche de terror. Estoy vivo de milagro", recordó casi con un nudo en la garganta lo sucedido.
"La doctora siempre fue muy solidaria, ella misma acompañaba a los pacientes para el ingreso de internación. Pero hay que ir a los hospitales para darse cuenta lo que está pasando, está todo muy saturado. Nosotros no sabemos nada hasta que no vamos y vemos lo que pasa en un hospital", dijo Flores sobre la situación sanitaria.
Cerca de la 1 de la mañana pudo volver a su casa, pero acudir al lugar por un problema, le trajo una gran preocupación: "¿Quién me asegura que no me contagié ahí rodeado de casos confirmados. Desde el hospital no me recomendaron nada, yo solo me aislé por decisión propia. A mi esposa la tengo a dos metros de distancia".
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"Yo entiendo la pandemia, siempre me cuidé, no soy un anticuarentena, hace meses que no dejo entrar a nadie y siempre ando con barbijo. Pero pareciera que el sistema deja aislados a los enfermos crónicos", concluyó Gabriel.
La situación de los hospitales y centros de salud es delicada: el esfuerzo de los médicos y trabajadores de la salud, como también el difícil momento sanitario que sufre la provincia, lo indican. Ingresar por una situación externa al COVID parece ser una total odisea que deja al descubierto lo crítica que es la situación.