Expertos explican cómo utilizarla correctamente para no dañar las raíces.
Durante el verano mendocino, el estrés hídrico afecta severamente a las plantas y la jardinería doméstica busca alternativas para optimizar el consumo. El aire acondicionado genera diariamente litros de agua que, por lo general, terminan desperdiciados en veredas o desagües. Sin embargo, este líquido es en realidad agua de condensación que, bien gestionada, puede ser un alivio para el suelo y un ahorro significativo de agua potable en los días más calurosos.
El agua de condensación tiene la ventaja de no contener cloro ni sales, lo cual es muy positivo para muchas especies. Sin embargo, los técnicos del INTA y expertos universitarios advierten que también carece de los minerales esenciales que las plantas necesitan para crecer. Por este motivo, la recomendación principal es no utilizarla como única fuente de hidratación a largo plazo, sino alternarla con agua de red para asegurar una nutrición equilibrada del sustrato.
Para aprovecharla en el jardín, lo ideal es recolectar el líquido en bidones o recipientes limpios, evitando que permanezca estancada por muchos días. Al ser un producto del enfriamiento del aire, puede arrastrar partículas de polvo o residuos metálicos del sistema, por lo que no se recomienda su uso directo en huertas de consumo humano. En cambio, es excelente para plantas de hojas, césped, helechos y arbustos ornamentales, especialmente en macetas donde las sales suelen acumularse.
La aplicación práctica es sencilla: se puede dirigir la manguera de drenaje hacia un depósito y utilizar el agua recolectada durante el amanecer o el atardecer, cuando la evaporación es menor. Además de regar, este recurso es muy útil para humedecer la tierra antes de un trasplante o para limpiar el polvo de las hojas, mejorando la fotosíntesis de las plantas sin generar manchas de sarro gracias a su baja mineralización.
En climas secos como el de Mendoza, este hábito promueve una jardinería más consciente y responsable. Reutilizar lo que antes era un desecho invisible ayuda a reducir el consumo diario de agua en un contexto donde cada gota cuenta para mantener el verde hogareño. Pequeños cambios en la rutina doméstica, como colocar un balde bajo el desagüe del aire, pueden marcar una gran diferencia en la vitalidad de las plantas frente a las olas de calor.
Transformar este residuo en un recurso útil es una estrategia inteligente de sustentabilidad urbana. Al entender el origen y la composición del agua de condensación, los vecinos pueden proteger su patrimonio vegetal sin malgastar agua potable. En definitiva, se trata de aprovechar la tecnología del hogar para devolverle un poco de humedad al ambiente, cuidando tanto el bolsillo como el ecosistema del jardín.