The Washington Post y Amnistía Internacional revelaron que, gracias al programa, se infiltraron en los teléfonos de familias árabes reales, activistas de DDHH y funcionarios de gobierno.
Un programa de software israelí diseñado para perseguir a criminales y terroristas fue usado para infiltrar al menos 37 teléfonos móviles que pertenecían a reporteros, activistas de derechos humanos, directores de empresas y dos mujeres cercanas al periodista saudí Jamal Khashoggi.
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Esa es una de las principales conclusiones de una investigación publicada este domingo y que llevaron a cabo The Washington Post y otros 16 medios de comunicación con la ayuda de Amnistía Internacional y la organización francesa Forbidden Stories.
Amnistía Internacional y Forbidden Stories tuvieron acceso a una lista de más de 50.000 números de teléfono y los compartieron con los medios de comunicación, que los usaron para su investigación.
De esos 50.000 números de teléfono, 37 fueron infiltrados con el programa de software, según la investigación.
El programa en el centro de la polémica es un "spyware" o software espía llamado Pegasus y creado por la firma tecnológica israelí NSO Group, que vende ese programa hasta a 60 agencias militares, de inteligencia o de seguridad en 40 países de todo el mundo.
Pegasus saltó a las portadas de los medios de comunicación por primera vez en 2016, cuando el prestigioso Citizen Lab de la Universidad de Toronto descubrió vulnerabilidades en el iOS, el sistema operativo móvil de Apple.
Más tarde, en 2019, 1.400 personas, entre ellas varios políticos catalanes, fueron víctimas del espionaje de Pegasus, que aprovechó una vulnerabilidad de WhatsApp para infiltrarse en los teléfonos.
Entre ellos, figuran varios miembros de familias reales árabes, al menos 65 altos cargos de empresas, 85 activistas de derechos humanos, 189 periodistas y más de 600 políticos y funcionarios gubernamentales, incluidos jefes de Estado y de Gobierno, ministros y diplomáticos.
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The Washington Post y los otros medios no han podido averiguar cuál era exactamente el objetivo de la lista de 50.000 nombres. Tampoco saben quién creó el listado y cuántos de los teléfonos fueron objeto de espionaje.